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¿Hacia la unidad urbano-campesina?

Manuel VIllacorta

La población urbana guatemalteca descubrió algo innovador y contundente: sí se une, sí protesta, sí se impone a través de la organización y la manifestación masiva, los politiqueros y las mafias tiemblan.Temblor que se extiende a todos aquellos tenebrosos capitales que se dedicaron a prostituir los mecanismos políticos y las instituciones del Estado. Nunca imaginamos que una serie de certeros golpes de la Cicig apuntalados por un MP que sorprendió a muchos, podría ser el inicio de lo que habría de convertirse en un fenómeno insospechado e indetenible: el ataque frontal en contra de la secular y aberrante corrupción en Guatemala.

Nuestro pueblo está harto y agobiado en extremo por tanta violencia, por una pobreza que golpea sin clemencia a miles de familias, por una perversa institucionalidad que legalizó la corrupción, que puso en evidencia la incapacidad y la desvergüenza de muchos gobiernos, desde aquellos que se asentaron en el poder Ejecutivo hasta aquellos gobiernos municipales que esquilmaron los escuálidos recursos de poblaciones rurales sometidas a una miseria lacerante. Evidenciado por corrupto el actual sistema político nacional, se confirma que este no da para más. Los reclamos urbanos populares podrán ser diversos: no a la corrupción, no a la reelección de los mismos, no a un modelo electoral prostituido, pero, en el fondo, evidencian que el rechazo social es uno: va en contra del sistema político en general.

¿Qué ocurrirá ahora? Las manifestaciones sociales seguirán. Habrá momentos, producto de la dinámica coyuntural, en que estos incrementen o reduzcan su fuerza y vigencia, pero no desaparecerán; estos reclamos llegaron para quedarse, funcionan, impactan, transforman, son ese recurso hasta hace poco desconocido por miles de miles de ciudadanos comprometidos con el cambio. Como carburante, además, la población urbana está teniendo acceso cada vez en mayor medida al uso de Internet y con ello, las redes sociales han crecido exponencialmente. La comunicación social es ahora mucho más precisa y constante.

Pero creo también que la otra parte latente de nuestra sociedad, el campesinado guatemalteco, presencia a distancia el despertar de la urbe, las incipientes marchas de la urbe, el grito reiterado de la urbe que recurre a la organización y el reclamo colectivo. Algo que para el campesinado nacional no es nuevo, no es extraño, porque ha sido su forma histórica de lucha y vigencia: la protesta. Ciertamente, la protesta campesina en un apartado rincón de nuestra geografía nacional no tiene el efecto ni el impacto que genera una manifestación urbana en la plaza central de la ciudad de Guatemala. En la urbe se exige la eclosión de un nuevo andamiaje institucional; en lo rural, la exigencia se fundamenta en el acceso a la tierra y la preservación de los recursos naturales. Si ambos reclamos se hacen uno, si la unidad entre ciudadanos e instituciones sociales se concreta, nada ni nadie impedirá la eclosión de una nueva Guatemala. Trabajar con ahínco y responsabilidad por ese objetivo es la tarea de quienes creemos que es posible construir un mejor país.

Como carburante, además, la población urbana está teniendo acceso cada vez en mayor medida al uso de Internet y con ello, las redes sociales han crecido exponencialmente. La comunicación social es ahora mucho más precisa y constante.

Fuente: Siglo.21 [http://www.s21.gt/2016/06/hacia-la-unidad-urbano-campesina/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Manuel R. Villacorta O.