Ayúdanos a compartir

Guatemala: hacia la batalla final

Manuel Villacorta
manuelvillacorta@yahoo.com

Los sucesos ocurridos recientemente y fundamentalmente la decisión de Morales Cabrera de no renovar la visa del comisionado Iván Velásquez, además de anunciar —apuntalado mediante policías y militares—  la no renovación del mandato de Cicig en Guatemala, marcan una tajante división política en el país, la cual habrá de generar efectos negativos y de insospechadas consecuencias a muy corto plazo. Se ha puesto en claro que vivimos en medio de una batalla, entre un viejo y corrupto régimen político que se resiste a morir  y un nuevo régimen que pretende funcionar sujeto a la legalidad y al estado de Derecho.  El viejo régimen se basó en la violación de los derechos humanos, la evasión fiscal, la cooptación del Estado, el financiamiento ilícito y la corrupción.  Nadie —ni los oficiosos defensores de ese putrefacto sistema— puede negarlo. Los efectos están frente a nuestros ojos: el sistema político-económico de Guatemala está calificado como uno de los más corruptos del mundo, más del 70% de la población vive en inhumanas y deplorables condiciones de pobreza y pobreza extrema, la infraestructura del país está destruida, los sistemas de seguridad, salud y educación del país nos avergüenzan, colocándonos como un país de cuarto mundo.

El esfuerzo por modificar esa realidad para que nos sometiéramos al estado de Derecho e iniciar el saneamiento de la economía y nuestras instituciones públicas se inició, pero no sin una reacción feroz e irracional de todos aquellos que se acostumbraron y se beneficiaron de la corrupción y la impunidad, básicamente porque el fin de ese sistema les impedirá reproducir su forma ilícita de enriquecerse y porque ello, además, les habrá de exigir la rendición de cuentas ante el sistema de justicia. Eso explica la reacción de todos aquellos ligados a la corrupción. Lo inexplicable es cómo otros, sin estar vinculados directamente en ese sistema, por ignorancia o insensibilidad, lo siguen defendiendo, aun viviendo las nefastas consecuencias del mismo, negándoles a la vez un mejor país a sus propios hijos y nietos.

Mientras tanto, todos aquellos que hemos estado en el lado correcto de la historia debemos valorar los avances logrados. Ese régimen corrupto y pestilente ya no es el mismo, ha surgido un movimiento social consciente de ciudadanos comunes y de otros organizados en diferentes colectivos, todos comprometidos con el cambio. Una fuerza social que crece y se consolida. No será fácil continuar la lucha contra ese nefasto y viejo régimen, pero no tengo duda alguna de que Guatemala pronto se librará del mismo, para ubicarnos al lado de los países que optaron por la justicia, la legalidad y la solidaridad.

Las próximas elecciones marcarán el futuro inmediato del país, estoy convencido también de que los guatemaltecos no somos ignorantes, hemos aprendido a través de errores y sufrimientos. Aprendimos que este sistema político nefasto no puede perdurar más, que la política sí importa y que solamente organizándonos y participando activamente podremos arrebatar a los corruptos las instituciones públicas que por derecho nos corresponden. Podrán quitarle la visa al comisionado e incluso expulsar mañana a la Cicig, pero jamás podrán detener a un pueblo que no será engañado y sometido nunca más. Aprendimos que la corrupción es sinónimo de tragedia social y que la cultura de la legalidad y el estado de Derecho son el único medio para exterminarla de raíz. La unidad social y la contundencia en nuestras acciones son ahora el objetivo. Y por eso vamos.

Fuente: [https://www.prensalibre.com/opinion/opinion/guatemala-hacia-la-batalla-final]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Manuel R. Villacorta O.
Últimas entradas de Manuel R. Villacorta O. (ver todo)