-No se preocupe que Gobierno de Guatemala velará por usted-.
Así me habló la secretaria después de leer el telegrama que me habían escrito para que fuera a la intrevista con el responable de las plazas en el ministerio de educación.
Fue ya hace tantos años y todavía recuerdo cómo el hambre me subía a la boca junto con la sed. Me cansé de esperar la bendita entrevista y el olor de la pintura de uñas de la secretaria me quitaba, a ratos, el hambre.
Entraron a la entrevista los que venían con tacuche y corbata; sin telegrama. Eran los cuates del responsable, las amigas del responsable, los amigos de Gobierno de Guatemala.
-Fíjese que dice que hoy no podrá recibirlo porque está demasiado ocupado-.
Así mi habló la secretaria y sin que el responsable le dijera nada.
Ya pasaron demasiados años y no se me olvida ese tufo que le salía por las uñas a la secretaria; tampoco su sonrisita sin gracia.
Gobierno de Guatemala nunca veló por mí; ni que fuera muerto el que iba a pedirle trabajo.
Y cambiaron al responsable y también a la secretaria que me imagino han de estar tan viejos y arrugados y apestosos a pisto mal ganado o, tal vez, comiendo mierda y esperando la solidaridad que, Gobierno de Guatemala, anda repartiendo en bolsitas que me las imagino como el tortrix que me comí, ese día, para quitarme el hambre.
Ahora le doy gracias a Gobierno de Guatemala de no haber velado por mí; ni que fuera zopilote ese tal Gobierno de Guatemala esperando comerse hasta los huesos de uno.
Autor: Jorge Guerra
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