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Carlos Figueroa Ibarra

Vladimir Putin ha anunciado que Rusia ha descubierto la vacuna contra el SARS-CoV 2. De ser cierta la aseveración, la humanidad habría dado un golpe demoledor a la pandemia más notable de los últimos cien años. El problema que advierto en este anuncio es que noticias similares han sido hechas a lo largo de los últimos meses. Detrás de ellos hay intereses económicos que buscan posicionar a determinados laboratorios en la eventual venta de un medicamento que produciría miles de millones de dólares. Como lo revela la novedad de Putin, hay intereses geopolíticos porque de ser cierta, eso colocaría a Rusia en los cuernos de la luna en su prestigio a nivel mundial. De la misma manera que ha colocado a China en una posición de enorme ascendiente su postura de que en el momento en que tenga la vacuna contra el Covid-19, la consideraría un bien social y la pondría a disposición de la humanidad sin ánimo de lucro.

En Estados Unidos, los anuncios sobre remedios milagrosos tienen su origen en la política más que en la geopolítica. Donald J. Trump busca desesperadamente remontar el panorama adverso ante su reelección y  esto lo ha llevado a hacer anuncios ridículos como afirmar que el detergente Lysol podría eliminar el virus del organismo humano. Un descubrimiento estadounidense de una vacuna contra este coronavirus, levantaría al presidente de la lona en donde hoy se encuentra.

En México la pandemia y la manera de combatirla por el gobierno progresista se ha convertido en la principal arma de la derecha y de la ultraderecha. Los grandes medios de comunicación, hoy neutralizados por las redes sociales, no cesan de difundir que el gobierno  ha enfrentado de manera pésima a la peste. Sus tres argumentos son el número total de muertos, el uso del cubrebocas y la aplicación masiva e indiscriminada de pruebas. México estaría en números absolutos en el sexto lugar en materia de contagios totales  y en el tercer lugar en número de muertos. Este argumento es mañoso porque  compara números totales entre países con cifras poblacionales dispares. Si el cálculo se hace en base a muertos por millón de habitantes, México ocupa el lugar número 11, entre otros  debajo de Bélgica, Estados Unidos, Suecia y Francia. El uso del cubrebocas es solamente auxiliar (el virus también entra por los ojos) a las medidas eficaces como la distancia social y el confinamiento. La aplicación de manera indiscriminada de pruebas  es inútil (con mayor razón si son las “rápidas”, imprecisas en un 50%): alguien que salga negativo a los 5 minutos se puede contagiar.

Hay que tomar con reserva los anuncios sobre vacunas y remedios milagrosos. La hidroxicloroquina, el dióxido de cloro y otros medicamentos  no sirven y son peligrosos. La vacuna rusa no estaba entre las cinco reportadas ante la Organización Mundial de la Salud que se encuentran en la fase 3 de experimentación (aplicación en miles de seres humanos). Así las cosas, política y geopolítica aparte, tendremos que seguir esperando hasta finalizar el año.

Como lo revela la novedad de Putin, hay intereses geopolíticos porque de ser cierta, eso colocaría a Rusia en los cuernos de la luna en su prestigio a nivel mundial.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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