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Carta de un siervo de dueño del país en la que nos invita a pensar.

Piénselo. La culpa de la pobreza no la tienen los dueños del país sino los mismos pobres porque, aunque saben que son pobres, siguen reproduciendo su pobreza pariendo más y más hijos. ¿Qué sentido tiene que una pareja que vive en un sucio cuartucho alquilado o en un miserable rancho de cuatro palos –y que amanece sin un centavo para tortillas– tenga todos los hijos que le da la gana? Es estúpido, ¿no cree?

Por causa de esa demencial natalidad excesiva que irresponsablemente practican los pobres, es que el país está como está. Son ellos los que infestan el territorio con mano de obra barata. Píenselo: los dueños del país hacen una gran labor dándole empleo a esa excesiva masa improductiva que la pobrería ignorante –que duerme en el vil suelo y que no tiene qué comer– produce irresponsablemente engendrando y pariendo niños (desnutridos, además) que al ser adultos se convertirán –si no en ladrones y asesinos– en esa abundante cantidad de trabajadores descalificados de la que se tienen encargar los dueños del país. Y como todos sabemos, lo abundante es barato en cualquier parte del mundo. Esta es una ley de vida: mientras más abundante es algo, más bajo es su precio. Podría agregar incluso que los dueños del país deben hasta ocuparse de las consecuencias de las absurdas “transformaciones agrarias” que hacen los gobiernos, pues las pobrerías acaban vendiendo al mejor postor la tierra que les es regalada en propiedad. Así son de brutos: como quieren dejarle tierrita a sus hijos, dividen la pequeña parcela, y es obvio que pronto tienen que venderla por improductiva. ¿Es culpa esto de los dueños del país? ¡Claro que no! Ellos trabajan con lo que hay. Y nos salvan de que algo peor suceda. Sólo piense en lo que sería del país sin sus latifundios y monopolios.

Los pobres deberían evitar tener tantos hijos. Pero si se les prohibiera hacerlo no obedecerían o no entenderían. Esterilizarlos es una opción. Si es que quieren salir de pobres. Porque si no, dejémoslos como están. Eso sí, después no se quejen los comunistas y terroristas de que el país está mal porque sus dueños no generan fuentes de trabajo. Agradecidos deberíamos estar por sus grandes inversiones, sus grandes riesgos, sus grandes proyectos con las corporaciones extranjeras. Sin ellos no seríamos más que un país lleno de sucios ignorantes rodeados de niños lombricientos. Piénselo.

Por eso, la mejor solución económica para el país en la actualidad es reducir la población a la mitad eliminando a la pobrería tonta que sigue teniendo hijos de manera irresponsable y –podría decirse– criminal, por el daño que eso le hace a la nación; luego, habrá que ejercer sobre la pobrería un estricto control de la natalidad y –deseablemente– una masiva infusión de sangre superior mediante la inseminación artificial de germen europeo y estadounidense. Al mismo tiempo impulsaríamos el modelo extractivo de acumulación de capital, el cual estaría rindiendo frutos en 50 años, cuando ya podríamos tener una bonita clase media de profesionales técnicos –educados y decentes– y una pobrería minoritaria especializada en oficios propios de su condición.

Ahora bien, para alcanzar este sueño debemos impulsar ahora mismo la Política Nacional de Seguridad, a fin de eliminar comunistas, terroristas, feministas y pobrerías. Es la única manera de llegar a tener un país de gente bonita y decente. Piénselo.

Mario Roberto Morales
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