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Frente al asesinato de Claudia Gómez: ¿dónde está el Estado guatemalteco?

La educación por sí sola no transforma las inequidades de las mujeres mayas.

Irmalicia Velásquez Nimatuj

Un significativo sector de la diáspora maya salió hacia los Estados Unidos ante la persecución que enfrentaron durante la guerra que impulsó el Estado contra las comunidades durante la década de 1980. La mayoría de personas se desplazaron a partir de la quema de la embajada de España, el 31 de enero de 1980, cuando comprendieron que la orden del presidente Fernando Lucas García, de quemar vivimos a quienes demandaban la creación de una comisión que investigara el desaparecimiento de los líderes que defendían sus tierras en el norte del Quiché, junto a trabajadores e incluso visitantes, era un parteaguas en la política represiva. Como vivían la violencia sabían que se gestaba el genocidio. Entonces, se marcharon los que pudieron.

A partir de la posguerra en 1997, la diáspora maya continuó por cuatro razones: la primera, la situación de extrema miseria en la que quedaron las comunidades que sobrevivieron el genocidio, con familias desarticuladas, sin comida, ropa y casa. Entonces, se marcharon los jóvenes.

La segunda, reunirse con sus seres amados. La tercera, fue la alternativa que encontraron padres o abuelos para sacar a sus hijos –niños y adolescentes de descendencia maya– ante la presión de las maras MS-13 y M18 en las barriadas urbanas para incorporarlos a sus ejércitos de muerte y la cuarta, el sistema económico impulsado por el Estado que regala los recursos naturales a las millonarias empresas trasnacionales que están dejando pobreza, al extremo que ni las mujeres indígenas con formación encuentran empleos dignos.

Ese fue el caso de Claudia, quien habiéndose graduado de perito contador no encontró trabajo. Irónico porque una de las apuestas de la cooperación internacional, es que niñas y jóvenes accedan a la educación, pero como lo han hecho sin conectarlo con la desigual realidad local y nacional, las consecuencias son que la educación por sí sola no transforma las inequidades de las mujeres mayas, si no se acompaña de procesos que transformen Guatemala.

Por eso, no extraña el silencio de Jimmy Morales ni de su canciller Sandra Jovel, ante el asesinato de Claudia porque ambos son no solo racistas sino cómplices de que no exista estrategia de país.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/06/02/frente-al-asesinato-de-claudia-gomez-donde-esta-el-estado-guatemalteco/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj