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Carlos Figueroa Ibarra

A veces pienso que la política estadounidense con respecto al narcotráfico pareciera ser de carácter esquizofrénico. Por una parte su política de seguridad nacional estima al narcotráfico como un problema de seguridad nacional. No lo es para menos: más de dos decenas de millones de drogadictos o al menos consumidores habituales de estupefacientes en el seno de su población, es para preocupar a cualquier gobierno. Más aún, de acuerdo a lo que expresó el presidente Joseph Biden en la reunión bilateral que sostuvo con el gobierno mexicano con motivo de su visita a dicho país, aproximadamente cien mil estadounidenses murieron en 2022 por consumir la letal droga llamada fentanilo.

Así las cosas, resulta explicable que Washington ponga especial énfasis en sus relaciones con los países latinoamericanos el tema del narcotráfico. Pero pareciera que el narcotráfico y sus poderosos carteles, sus extravagantes y desalmados capos, sus redes de influencia corruptora en los distintos ámbitos del Estado, su vínculo con empresarios especialmente financieros, sus canales de comercialización, sus grupos militares tan armados y tan numerosos que cada vez más parecen ejercito regulares, su control en puertos y aeropuertos y en general en sistemas de comunicación etc., etc., pareciera repito, que todo esto dejara de existir en las fronteras a partir de las cuales comienza el territorio estadounidense.

¿No hay cárteles en Estados Unidos? ¿Resulta creíble que las mafias estadounidenses cedan ese ramo económico de grandes ganancias a las sucursales de los cárteles mexicanos y colombianos? Si como ha expresado la política de seguridad nacional estadounidense, el tema del narcotráfico de estupefacientes y el aumento de la drogadicción son acuciantes problemas de seguridad nacional, ¿por qué dentro de Estados Unidos no se ha impulsado la guerra contra el narcotráfico que tanto prescriben para los países latinoamericanos y del Caribe?

Sabemos de la predilección estadounidense por que las guerras que le son necesarias se libren fuera del territorio estadounidense. Hasta donde sé, la ultima gran guerra librada en dicho territorio fue la guerra civil (1861-1865). De allí en adelante lo más cercano a estos infaustos acontecimientos han sido el ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de 1941 o los atentados terroristas en Nueva York y Washington de septiembre de 2001. Pareciera que a la Casa Blanca le preocupa mucho el narcotráfico, pero el combate frontal al mismo, ese que nos ha bañado en sangre en México y en Colombia (para citar los casos más relevantes), mejor si se hace afuera de los Estados Unidos.

Recién nos hemos enterado de que el jefe de la Drug Enforcement Agency (DEA) en México, un oficial de nombre Nicholas Palmeri, fue cesado en mayo de 2021 y trasladado a Washington. Palmeri terminó renunciando en marzo de 2022, pero es hasta en estos días que la información ha sido filtrada. El motivo de la sanción al jefe de la oficina de la DEA más importante en el exterior (la estación de México supervisa la actuación de agentes en Canadá, México y América Central), se debió a la relación que mantenía con abogados defensores de narcotraficantes. Uno de estos abogados, radicados en Miami, está implicados en sobornos a agentes de la DEA para que le entregaran información confidencial.

Ahora que México se encuentra conmocionado por los detalles que paulatinamente van saliendo a luz en el juicio al ex Secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna (2006-2012), las noticias con respecto a Palmeri revelan que la colusión de agencias del Estado con el narcotráfico también involucra a Estados Unidos. Otro agente de la DEA, recientemente ha admitido que tuvo una relación con cárteles colombianos durante diez años. Este agente admitió que son decenas de agentes de la DEA que tienen relación con el narcotráfico y que recogen dinero lavado en ciudades de tres continentes. Lo que resulta revelador es que una excusa es que los mismos agentes de la DEA involucrados en estos actos delincuenciales, están convencidos de que la guerra contra el narcotráfico está perdida.

¿Realmente quiere Estados Unidos erradicar el narcotráfico y la drogadicción?, Cuando sabemos que aproximadamente 600 mil millones de dólares anuales proceden del trafico de drogas y que buena parte de este dinero entra a los circuitos financieros de Estados Unidos y el mundo entero, ¿no es el narcotráfico funcional al capitalismo mundial? ¿Esquizofrenia, pragmatismo, doble moral?

Este agente admitió que son decenas de agentes de la DEA que tienen relación con el narcotráfico y que recogen dinero lavado en ciudades de tres continentes. Lo que resulta revelador es que una excusa es que los mismos agentes de la DEA involucrados en estos actos delincuenciales, están convencidos de que la guerra contra el narcotráfico está perdida.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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