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Ayer, conversando telefónicamente con Arturo y Pili, les comentaba que en un banco en Guatemala el inquilino de nuestra casa de la Zona 11 deposita su renta en dólares a una cuenta cuyo objetivo teórico fue, desde que pudo hacerse así, conforme a una iniciativa de Jimena que a mi también me pareció previsora, factible y manejable. La idea central de ella fue la de que cuando la vejez nos fuera inutilizando, tuviéramos una reserva que nos evitara angustias, nos ayudara en demandas de salud e incluso de posibles viajes.

Al concluir el pasado diciembre el modesto apoyo de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad para mí (por mordiscos, empellones y brutalidades dentro del PRD) debí buscar algún otro ingreso que supliera lo perdido. En el banco donde nuestro rentante de la zona 11 deposita en dólares, nos extendieron a Olga Marina y a mí, tarjetas que pueden funcionar en el propio banco o en cajeros VISA, de los  que hay muchos aquí en el D.F. -Con la amiga Josefina Mora ya sacamos 2000 pesos sin ningún problema, excepto que la comisión es un tanto más alta que la de otros bancos-.

Allí hay que sacar dinero suficiente para el mayor tiempo posible ya que el cajero cobra por la acción y no por la cantidad que entrega.

Mi otra cuenta que es del Bancomer se mantiene siempre baja, ya que su alimentación que es desde el ACNUR, nunca fue alta y, según se excusaron las voces de esa entidad, ha tenido que efectuar rebajas debido a la multitudinaria movilización en las oleadas de nuevos refugiados. Además es en Bancomer donde pagan mis recibos de teléfono y gas.  -Por diferentes razones Bancomer no ha «domiciliado» la electricidad -grandes problemas entre el gobierno y el sindicato de electricistas-, ni el predial y, todavía no se porqué el último recibo del agua, tampoco…
Yo espero que con la fuerza de las próximas elecciones, el pago de todos esos servicios se domicilien y que los recibos así, lleguen a casa ya pagados…

El control y orden de los ingresos y egresos de esta casa no se pueden reducir a sumas y restas en un papel, significan cálculos y planificación del uso de la plata y eso exige atención, una cierta concentración que sin apoyos efectivos personales y prácticos, incluso con las simples anotaciones a lápiz que mantenía Jimena por ejemplo, no dejan de pedirle tiempo y cierta reflexión al cerebro…

Cuando le comenté a Julio Palencia algo acerca de los objetivos por los que Jimena había propuesto el ahorro en dólares, su respuesta, muy simple y sin ánimo de molestarme fue: Pero si vos ya pronto vas a tener 80 años, lo mejor es que comencés a utilizar esos fondos.

Yo estoy de acuerdo porque, además, la edad, mi estado físico con la ciática y cierto cansancio existencial que amanece en mi cama en algunas madrugadas, borran toda posibilidad de participar en alguna actividad competitiva.

Ayer le comentaba a Pili a su sugestión de que yo estoy en el momento adecuado para comenzar a utilizar el ahorro en dólares (No se trata de un chorro de pisto e incluso por gastos que Jimena efectuó y otros conexos con su defunción, la plata no da para tanto,  y -decía Pili- que debía viajar, darme gusto en reunirme con amigos, etc., explicándole que el afán más profundo de mi pensamiento  y mis emociones es el de leer y poder contar con las condiciones propicias para escribir  -quizá mis memorias.  Y algo que ya tiene un inicio y que es una deuda a Jimena que debí producirla cuando aún estaba viva siendo quizá una suerte de su biografía, que posee en mi información, datos y acontecimientos un tanto secretos o mínimamente compartidos.  Y, además, quizá algunos cuentos y una novela… Para cumplir ese compromiso conmigo mismo es que quiero que me alcance la vida con la suficiente capacidad y energía.

La soledad constituye un ámbito existencial que puede hacerse inconmensurable y cruel.

La soledad enmedio de las multitudes ha conducido a muchos sujetos a la locura o al suicidio.

Los hechos transcurridos y conservados en la conciencia; las evocaciones que rozan tibiamente la frente y retornan a su silencio con perfil de céfiros añejos; las voces, las fragancias, la tibieza de lo inmediato y hasta el calor de un aplauso o de la risa, está ahí, permanentemente en su carrusel incontenible llegando a nuestros hombros y con su abrazo a nuestro cuerpo y al aire que nos gana los pulmones…

Los días se van haciendo viejos y parecen quejarse al doblar su luz para espiar por la ventana. Se van diciéndonos adiós con su quietud gris entre las nubes.

Aún estoy aquí, sin conocer la dirección exacta en mi camino.

No deseo moverme hacia la gloria ni a la risa, busco la paz, la inteligencia y al hermano.

Avanzo hacia adelante, puede ser que ahí esté la nada, el eterno silencio y el vacío. Mas no hay retroceso ni desvíos. Con mi costal de fracasos, olvidos y amarguras, cumplo con esta marcha inexorable a donde sea.

El Choco Matute