Enredados y felices
Sergio González Rodríguez
Los tiempos actuales impelen a lo relacional. No sólo por cantidad de dispositivos interconectados entre sí y que a su vez conducen a la persona a introducirse sin descanso en redes que, al instante, la vinculan con otras, sino porque la soledad está devaluada.
Y esta devaluación es anterior a la proliferación de las telecomunicaciones, y data al menos de medio siglo atrás, cuando, durante la posguerra, la gente fue agrupada en comunidades establecidas por el consumo. Los jóvenes, por ejemplo, la primera de ellas.
Ahora las nuevas generaciones, ya educadas al sentir gregario, buscan a sus congéneres en Internet: entre nosotros, el 51 por ciento, y en partes iguales participan hombres y mujeres. Una porción grande de ellos, de entre 19 y 34 años, resulta llamativa por su fuerza de consumo (Hábitos del internauta mexicano, 2015, AMIPCI).
Cada internauta pasa seis horas con 11 minutos al día en la red, 24 minutos más que el año anterior. ¿Dónde? En el hogar, el trabajo, la escuela. En cuarto lugar, están los que entran en la red en cualquier parte mediante su dispositivo móvil, los ciudadanos desenraizados y flotantes que la publicidad de los negocios busca incrementar: el gasto por el gasto. O, como describía Jean Baudrillard, realizan la perpetua actualización de un deseo en un placer. En este caso, el placer del ocio conectivo.
La sociabilidad ultracontemporánea cobra relevancia: el 85 por ciento de los internautas entra para compartir una red social, el 78 por ciento para buscar información y el 73 por ciento para enviar o recibir correos.
De nuevo, como otros años, la compra en línea es pequeña, pero potencial: el 25 por ciento. Si se trata de uso laboral, la mayoría lo dedica a correspondencia. El diseño del estudio impide saber qué lugar ocupa la cultura formal en el gusto de los internautas, si bien puede inferirse su ausencia de las categorías empleadas, ya que éstas sondean música, chistes, juegos, deportes, etcétera.
Las computadoras móviles y los teléfonos inteligentes son los Objetos Técnicos por excelencia (la computadora estacionaria es para hombres mayores). En el 82 por ciento de los teléfonos inteligentes, se han descargado aplicaciones.
La sociabilidad ultracontemporánea cobra relevancia: el 85 por ciento de los internautas entra para compartir una red social, el 78 por ciento para buscar información y el 73 por ciento para enviar o recibir correos.
El estudio de AMIPCI destaca que, por primera vez, el acceso a redes sociales y el propósito de comunicarse con amigos e informarse rebasa a otros usos. Allí, Facebook encabeza las preferencias y, en dispositivos móviles, Twitter e Instagram.
Ya apuntaba Giorgio Agamben que los dispositivos producen subjetividades y, al mismo tiempo, son instrumentos de gobierno (¿Qué es un dispositivo?, Anagrama, 2015), lo cual queda claro cuando se consulta el Reporte Mundial de Felicidad 2015. La tesis de tal informe radica en que los conceptos de felicidad y de bienestar pueden ayudar al «desarrollo sostenible» de las comunidades humanas, una perspectiva de suyo autorreferencial y basada en percepciones inducidas.
México, por ejemplo, ocupa el lugar 14 en el mundo en cuanto a felicidad, un lugar por encima de Estados Unidos. Y lugares arriba del Reino Unido, Francia y Alemania, un resultado que sólo puede atribuirse a la ignorancia o a la desinformación, pues de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México registró en 2013 uno de los peores índices de calidad de vida del mundo (El Economista, 28 de mayo de 2013).
En 2013, el promedio anual de ingresos familiares en México fue de 9 mil 885 dólares según la OCDE. Tal cifra no sólo fue tres veces inferior a los 34 mil 466 dólares promedio anuales que ganan los países de la OCDE, sino la más baja que la que promedió el país en el reporte del 2012, que fue de 11 mil 106 dólares al año. A pesar de todo, los mexicanos se declararon «satisfechos», gulp.
En 2015, la misma organización consignó de nuevo que México era uno de los peores países en términos de calidad de vida (CNN/expansión, 2 de junio de 2015). Entre 36 países afiliados a la OCDE, México sólo obtuvo dos buenos resultados por encima del promedio: en Bienestar subjetivo, el lugar 21 y en Compromiso cívico y gobernanza, el lugar 18. Los dispositivos descritos por Agamben están presentes.
Asimismo, INEGI/2015 ha encuestado a mexicanos de entre 18 y 70 años de edad y confirma que ocho de cada diez mexicanos dicen estar felices y satisfechos. Como diría el lugar común: ¿cuestión de enfoques?
No: queda claro que en el mundo de las telecomunicaciones actuales, la construcción de subjetividades, percepciones y gobierno a través de la propaganda y los dispositivos electrónicos implica un enorme campo estratégico para la instrumentación política y, más aún, para la manipulación antipolítica.
Fuente: http://www.mural.com/aplicacioneslibre/articulo/default.aspx?id=659070&md5=52a067d8af62248e09a340e86e9178db&ta=0dfdbac11765226904c16cb9ad1b2efe
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