Encarar la historia
Marcela Gereda
Amsterdam. 4 de agosto de 1944. Un día de sol pesado y ardiente. Ellos, como tantos otros alemanes judíos, se escondían. Ana Frank había llenado las páginas de su diario contando dos años de dolor y encierro. Fueron detenidos. Alguien los había delatado. Su diario relata el significado humano de crear la vida y el sentido dentro del temor y el horror.
Su nombre es también Ana. Ella no es judía alemana, es maya Ixil, y comparte con Ana Frank, el tener que haberse escondido, y desde el encierro, vivir con temor. Ella no se escondía de los nazis, se escondía del Ejército guatemalteco que bajo la política de «Fusiles y Frijoles» buscaba exterminar o «quitarle el agua al pez», eliminando a poblaciones civiles indefensas. Ríos Montt está hoy acusado, entre otros, de fundar los planes militares de Victoria 82 y de Plan Sofía, en el que los militares usaban las operaciones de contrainsurgencia para «exterminar a elementos subversivos» incluyendo niños, ancianos y mujeres mayas inocentes.
Desde un absoluto opuesto, en nuestra tierra existe también un diario. No es un diario que, como el de Ana da cuenta del horror, desde la escritura y la profundidad de una niña, es un documento militar elaborado por la unidad de la inteligencia presidencial guatemalteca entre 1983 y 1985, y que Estados Unidos hizo público en 1999. Este célebre Diario Militar es un fúnebre y meticuloso informe de algunos asesinatos cometidos por el Ejército guatemalteco.
Valientemente el gobierno de Óscar Berger aceptó la autenticidad y legitimidad de este documento fundamental para un país sediento de justicia, memoria y verdad. Sin embargo el Ejército sigue negando la veracidad de este documento. También fue el gobierno de Berger que dio resarcimiento a los familiares del escritor desaparecido por el Ejército, Luis de Lión.
En Alemania el Estado ha reconocido el daño infringido sobre el pueblo judío. En el Museo Judío hay una torre del Holocausto donde se da cuenta del dolor humano vivido. Además los archivos nazis son públicos, la población puede consultarnos.
Aquí no. Nada de eso. Los archivos del Ejército no son públicos y muchos ya los destruyeron los militares. No conocemos nuestra historia. No parecemos haber comprendido que el trauma no sólo está en las mentes de los individuos como Ana de Chajul, el trauma está en las relaciones sociales. No se ha iniciado un proceso de reparación colectiva que nos haga ver que todos soms parte del mismo barco y que unos necesitamos de otros para subisitir y para estar compeltos.
La historia de Ana de Chajul habla sobre la cultura del terror en Guatemala, entendida como la creación de sentido y conciencia a partir de vivencias de tortura endémica y donde la violación, el dolor, el estallido de bombas se convirtió en una forma continua de estar y de sentir. El temor como forma y lugar desde donde sentir la vida.
El Diario de Ana Frank le dio la vuelta al mundo. ¿Cuánto hemos de esperar para que se conozcan las injusticias de un ejército que violó y mató a su pueblo? Alemania ha logrado ciertos avances encarando su historia a través de la reparación y la recuperación de la memoria. Nosotros, mantenemos la memoria de los pueblos soterrada. La historia no la queremos asumir acaso porque pesa demasiado.
La Historia de Ana Frank y la historia de Ana de Chajul son distantes en tiempo y espacio, pero son las historias de millones de mujeres que padecen la brutalidad e insensatez humana.
¿¿Seremos capaces de asumir el inmenso desafío de dejar de negar el pasado y recuperar nuestra memoria, para asumirla, incorporarla, encararla, y canalizarla en una seria y responsable construcción de ese otro país que todos (o casi todos) queremos? ¿Aprenderemos del ejemplo de tantos países que se han comprometido en la búsqueda de la verdad?
Alemania tiene una historia desde donde enseñar algunos aciertos históricos. Dicen que Guatemala es el conductor que cuando le pides vía acelera para no darte paso. Pero también es el talento y sueño de niños, también es la posibilidad de construir justicia y paz desde una democracia radical y el conocimiento de nuestra historia para no volverla a repetir jamás. Guatemala es ilusión y también la posibilidad de hacer nacer la primavera.
Los archivos del Ejército no son públicos y muchos ya los destruyeron los militares. No conocemos nuestra historia.
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