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En palabras del violinista sin tejado

lucha libre

Lucía Escobar

Quisiera rescatar algunas palabras de Joaquín Orellana de una entrevista que publiqué en “elPeriódico” el 18.11.12.

Premios y subvenciones
Llevo una vida interna muy intensa. Eso es lo que cuesta que entiendan los que dirigen entidades culturales, cuesta que entiendan que la naturaleza del artista es tal que no puede ser otra. Tenemos una vida interna tan intensa que se nos van las capacidades para el sentido práctico de las cosas. Así que si una obra no es vendible no es culpa de quien hizo la obra así o asá. Entonces los gobiernos deben subvencionarlos porque la cultura artística es parte de la dinámica y del perfil de los pueblos. Eso le cuesta entenderlo a los congresistas, a los presidentes, a los ministros de cultura, a todos les cuesta comprender eso, una cosa tan obvia. Yo me he abierto paso a través del medio, con un medio inhóspito, hasta ahora que según parece me están descubriendo. Ya cuando uno ha llegado a cierta madurez cargado de frustraciones y cuando llega a esa madurez para lo único que sirve es para morirse, entonces es amargo el asunto.

Un día perfecto
Ese día sería como uno de los que viví en Buenos Aires, tenía una beca buenísima. Todo becario tenía un camerino amplio con un piano de calidad, una pequeña biblioteca, una pequeña discoteca y la subvención económica. Esos dos años han sido los únicos años felices de mi vida realmente. Hasta la fecha aquí yo nunca he tenido un piano propio. Así es de paradójico y surrealista este ambiente.

El público
El arte tiene una función de diálogo, uno emite y los demás sirven como receptores. El buen receptor es un artista potencial, el arte como función del diálogo emite para que otros reciban. Lo ideal para todo compositor, escritor, pintor es que su obra siga llegando porque entonces él siente que se ha cumplido su función si no sería como estar hablando solo. Componer en una obra desierta para uno sería desastroso, sería demasiado sufriente, demasiado dramático.

La Patria
Me acuerdo que Víctor Hugo el autor de Los miserables dijo: “la patria es el lugar donde se vive tranquilo”. Patria puede tener tantos conceptos según el apego que alguien tenga a qué logro en su medio o enamorado de qué parte de su terruño. La patria puede ser la nostalgia por un campo y un arbolito. O en mi caso, mi patria es ese lugar donde está la plaza. Por ahí fueron mis correrías, ahí en esa casa se fraguaron mis anhelos y todavía sueño que en una madrugada voy por el Callejón del Judío, es una madrugada un poco lluviosa, con una lluvia tenue y cuando ya voy a llegar a la casa, despierto. Patria es como decir la madre o el padre, más que todo el padre en femenino. Al leer a Miguel Ángel Asturias uno siente la patria, y cuando lee a Marco Antonio Flores también siente la patria, todo ese cúmulo sería para mí la patria. Aparte es el patriotismo de lo patriotero, que es dulcificar cualquier cosa ignorando una realidad desastrosa.

@liberalucha

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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