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En medio del caos

Vivimos las consecuencias de las corruptas decisiones políticas de la pequeña elite nacional.

Irmalicia Velásquez Nimatuj

Guatemala navega en medio de un caos social, político y económico que impacta en la vida de las familias trabajadoras. Vivimos las consecuencias de las corruptas decisiones políticas de la pequeña elite nacional, que ha usado la Democracia para acrecentar sus fortunas personales y la de sus intermediarios –sin límite ni pudor– de manera legal e ilegal. La corrupción finalmente está alterando la frágil cotidianidad de las mayorías y destruyendo dramática y rápidamente a la raquítica clase media que aún queda y es la que sostiene a Guatemala con pequeñas y medianas empresas creando empleo, así como los sectores profesionales que con la reformas fiscales de Otto Pérez Molina terminaron siendo los más castigados al imponerles tributos más altos que lo que pagan las grandes empresas. Al final, los pocos sectores económicos honestos están dejando de aguantar, los que pueden están empacando y buscando otros vientos fuera de las fronteras.

La fuga de cerebros es imparable como lo es la exportación de brazos jóvenes y adolescentes de todos los rincones del país a quienes ya les expiró la esperanza y asumen la migración como apostar a la ruleta rusa, azarosa pero como única salida para sobrevivir. Nadie sabe qué esperar el día de mañana, ni en la capital menos en el interior del país en donde se agudiza la falta de empleo, que de por sí es precario, mientras el acceso a granos y alimentos básicos han terminado convirtiéndose en bienes de lujo, a la par que aumenta la delincuencia y simultáneamente explotan desgarradores linchamientos como única forma de defensa de poblaciones que ya no pueden más, que han llegado a su límite, que están abandonados a su suerte ante la pasividad del Gobierno, por eso, con acciones sangrientas buscan sentar precedentes ante la inacción de la justicia. La salud mental esta minada y el instinto es salvarse sin importar que el vecino muera.

Desde 1996, el sentimiento de inestabilidad e incertidumbre no había sido tan profundo. Nunca antes el desprecio y el odio por la clase política, del Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que viven como reyes mientras la población agoniza se sentían como pisadas de animal grande que se acerca.

… los pocos sectores económicos honestos están dejando de aguantar, los que pueden están empacando y buscando otros vientos fuera de las fronteras.

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj