Elecciones en Guatemala, maniobra y sometimiento
Julio C. Palencia
Comencemos estas líneas con una pregunta que no tiene que responderme, respóndasela usted, calladito o calladita, si quiere.
¿Por quién votó usted hace cuatro años?
¿Votó nulo, no votó?
De manera por demás increíble en un país devastado, silenciado, en un pueblo más fugitivo del hambre y la muerte que migrante, la intención de los que sí votaron (y de los que no) terminaron por darle el gobierno de Guatemala a un conocido militar, cabeza visible de una de las generaciones más sanguinarias y corruptas de los entonces nuevos oficiales del ejército. La elección del 2012 le asignó el gobierno a Otto Pérez Molina, hoy infamemente conocido por lo que ya venía, en decenas de años y al amparo de la represión contrainsurgente, haciendo: enriqueciéndose mafiosamente con su grupo.
Hoy, Otto Pérez Molina se encuentra desprestigiado y al filo del precipicio legal (la historia ya lo condenó hace mucho tiempo). Pero su desprestigio y torbellino judicial no provienen solamente de su pasado represor, provienen de las acusaciones severas de enriquecimiento ilícito y corrupción a través de un instrumento de la comunidad internacional que persiste en el país y que conocemos como CICIG.
¿Es hacer dinero un crimen? Claramente, no. Lo es, sí, hacerlo de manera ilegal, y aún peor, al amparo y haciendo uso de los instrumentos y estructura políticos.
En Guatemala el crimen no es matar o robar, el crimen, la pena, la vergüenza y el deshonor, es que se den cuenta, que se haga público. La apariencia y la hipocresía tienen raíces profundas en Guatemala.
La CICIG puede y debe ser un instrumento de sanidad y reconstrucción, siempre y cuando su brújula señale en lo básico hacia el bienestar y dignificación de la sociedad guatemalteca. Sin su presencia y buen desempeño, los criminales gozarían, sin escarnio, del buen rédito que por años les ha significado malgobernar Guatemala.
Las elecciones en este escenario resultan ser sólo un instrumento de maniobra y control de los actuales grupos de poder. Es como pedirle a un condenado que elija, con entusiasmo, el método de su ejecución.
¿Por quién votará usted? ¿Votará nulo o no votará?
Un escenario probable, y el deseable, es que Otto Pérez Molina renuncie y que las elecciones sean pospuestas a la espera de una reforma política.
Me dirán, ¿con este congreso igualmente corrupto?
Es lo que tenemos.
La sociedad, con el auxilio de los medios de comunicación, y sobre todo con la CICIG, deberán, en las calles, vigilar muy de cerca.
Las elecciones en este escenario resultan ser sólo un instrumento de maniobra y control de los actuales grupos de poder. Es como pedirle a un condenado que elija, con entusiasmo, el método de su ejecución.
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