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El verdadero rostro del CACIF

El CACIF es el rostro de la corrupción, de la falsa moral, de la imparable ambición material, del racismo que comete genocidio y del machismo puro y craso que Guatemala arrastra.

Irmalicia Velásquez Nimatuj

Ayer Prensa Libre publicó una nota en la que el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras, CACIF, “se constituye como observador del proceso judicial”. La noticia indica que miembros del CACIF “serán observadores de los procesos judiciales para verificar que se cumplan las garantías constitucionales de independencia judicial”. Y además, exigen a la fiscal general María Consuelo Porras que “abra investigaciones, pues ven anomalías en casos presentados por la FECI y CICIG”.

Este acto de la oligarquía guatemalteca, aglutinada en el CACIF, es otra muestra más de su arrogancia económica y de cómo usan el poder económico que poseen para presionar por todos los medios posibles al débil y corrupto sistema de justicia nacional. El CACIF no está demandando que se imparta justicia para todos en condiciones de igualdad, al contrario, el CACIF ahora sale a la palestra arrogándose el rol de observadores en los procesos judiciales porque están afectando a sus empresas, negocios y algunos de sus miembros que han cometido hechos ilícitos y crímenes deleznables, desde ejecuciones extrajudiciales hasta evadir pagos de impuestos, pero todos ellos se niegan a ser juzgados porque en Guatemala, a personajes encopetados, cristianos, hombres de familia, empresarios, etcétera, jamás la justicia los había ni siquiera tocado.

Y no los había alcanzado, primero, porque el sistema de justicia lo han diseñado ellos para que sirva a sus intereses de enriquecimiento imparable a costa de matar de hambre a las mayorías. Segundo, porque el CACIF ha decidido a través de la histórica corrupción que ha fomentado, a quiénes alcanza la justicia en este país, a quiénes se les condena y quiénes terminan sentenciados de por vida en las miserables cárceles. Y tercero, porque el CACIF, con su clásica actuación finquera, se asume el único propietario del país y aquí han mandado ellos, por eso, no están dispuestos a compartir ni la migajas, aunque cada domingo estén en sus iglesias orando.

El CACIF es el rostro de la corrupción, de la falsa moral, de la imparable ambición material, del racismo que comete genocidio y del machismo puro y craso que Guatemala arrastra y no ha podido despojarse para finalmente ser un país democrático, justo y libre.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/11/24/el-verdadero-rostro-del-cacif/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj