Ayúdanos a compartir

El Presidente debe dejar de actuar

Ha minimizado las violencias provocadas por el desmedido poder en pocas familias que configuran el rostro de Guatemala.

Irmalicia Velásquez Nimatuj

Las tensiones en las que el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, ha colocado la representación que ostenta en la escena nacional e internacional, ante sus intervenciones como las irresponsables declaraciones al The New York Times, actuaciones como convocar a desayunos evangélicos cuando dirige un Estado laico o acciones como
dormirse por enfermedad o cansancio en reuniones oficiales y luego negarlo, son evidencias de lo poco que comprende que su responsabilidad no es individual sino colectiva.

Estos ocho meses pueden resumirse, como el tiempo, en el que el Presidente ha evitado enfrentar el poderoso pero peligroso legado histórico colonial y poscolonial que hasta el presente oprime y marca la vida o la muerte de 16 millones de habitantes a través del accionar o no de las instituciones. Además, ha minimizado las violencias provocadas por el desmedido poder en pocas familias que configuran el rostro de Guatemala y que cada vez más se conecta con los insaciables intereses comerciales de compañías trasnacionales. Y tampoco ha mostrado interés en negociar con la elite nacional la posibilidad de construir un Estado con nociones amplias de justicia.

El Presidente ha olvidado que su trabajo debe contribuir a poner al día el país, colocarlo en la plataforma internacional al priorizar y enfocarse en alcanzar objetivos que busquen el bien común de las mayorías, sin dejar de reconocer a los actores emergentes con los que habrá que negociar porque son parte del mundo globalizado.

El Presidente debe con arte saber capturar y tomar las nociones fundamentales de lo que los pueblos aspiran, creando vías que permitan colocar los cimientos de espacios comunes en un país fragmentado. Esto implica tener la capacidad de dejar de hablar, de guardar silencio para escuchar y luego poder tejer una posible visión nacional de un país que es diverso en múltiples niveles. Y esto podría lograrse abriendo puentes entre el Estado y sus instituciones con los pueblos, las organizaciones y la sociedad en general, para que sean desde esos niveles mayoritarios que se decida qué transformar, cómo transformarlo y con qué lograrlo.

Pero por sobre todo, el Presidente, en estos momentos, debe dejar de actuar.

Esto implica tener la capacidad de dejar de hablar, de guardar silencio para escuchar y luego poder tejer una posible visión nacional de un país que es diverso en múltiples niveles.

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj