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El partido de la coalición ciudadana

Del sueño ideológico a la audacia política.

Mario Roberto Morales

El voto popular es el de las pobrerías y el de las capas medias bajas, constituidas por los estratos modestamente asalariados. Aquí, este voto popular lo captan Manuel Baldizón, Sandra Torres, Alfonso Portillo y la Convergencia por la Revolución Democrática (CRD), con la cual está alineado Vinicio Cerezo.

A fin de que este torrente electoral jamás se una, el CACIF auspicia y condiciona a Sandra Torres y a Portillo, dictándole a la primera las líneas de gobierno que deberá seguir si es que quiere el apoyo de la oligarquía, y al segundo, prometiéndole no procesarlo penalmente cuando regrese a Guatemala, siempre y cuando inste a sus seguidores a votar por uno de los candidatos de la derecha fascista, por ejemplo, por Alejandro Sinibaldi. En el caso de Cerezo, los oligarcas esperan de él que suavice la línea de la CRD, bajo la promesa de que, eventualmente, esta fuerza política se turne con la derecha en el Gobierno, tal como se lo prometieron en su momento a la URNG, con el resultado de todos conocido.

El dinero de Baldizón hace a la oligarquía del todo innecesaria para financiar una alianza entre él, Torres, Portillo y Cerezo (CRD). Si esta alianza se realizara el voto popular quedaría unificado en una coalición política que resultaría imbatible en las elecciones y que podría sentar las bases para una transformación económica y política de Guatemala en el corto plazo, pues el denominador común de estas fuerzas es que sus integrantes responden más a los intereses de la pequeña burguesía (pequeña, mediana y gran empresa), las capas medias y las pobrerías, que a los de la cerrada, inculta, corrupta y criminal élite oligárquica y su fiel jauría militar, que ahora engulle lo que puede del agonizante Estado guatemalteco.

Crear una gran coalición (no de izquierda, sino) democrática —en el sentido de representar los intereses de toda la ciudadanía y no sólo los de una veintena de familias— contaría con el apoyo mundial, empezando por el de Estados Unidos. Diseñar un proyecto de país a corto, mediano y largo plazo (no para instaurar el socialismo del siglo XXI, sino) para echar a andar un plan de desarrollo económico que nos involucre a todos en el empleo, el salario y el consumo, así como una política exterior que enarbole la dignidad nacional frente al inevitable capital corporativo transnacional, atraería las inversión extranjera bajo reglas claras. Y diseñar un sistema educativo que forje ciudadanos críticos y no incultos aprendices de oficios, así como un sistema de desarrollo cultural que forje conciencia interculturalista en la ciudadanía para que ésta comprenda sus mestizajes y sus identidades diversas, nos sacaría de la ridícula estupidez que supone organizar carreras de motocross en el mayor monumento artístico de la región y soportar a mercachifles y futbolistas como ministros de cultura.

Tanto Baldizón como Torres, Portillo y Cerezo tienen en sus manos forjar esta coalición, al margen de sus personales ansiedades presidencialistas para, en cambio, asumir la tarea fundacional de crear una fuerza política de larga duración y con varias tendencias en su seno, las cuales negociarían sus diferencias mediante la democracia interna y la formación perenne de cuadros políticos intelectualmente capacitados para el ejercicio del poder en este convulso siglo de radicales transiciones. Es sólo cosa de voluntad, óvulos y testosterona.

Crear una gran coalición (no de izquierda, sino) democrática —en el sentido de representar los intereses de toda la ciudadanía y no sólo los de una veintena de familias— contaría con el apoyo mundial, empezando por el de Estados Unidos.

Mario Roberto Morales
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