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El pacto de corruptos ejerció su poder

Ricardo Barrientos

La lucha contra la corrupción y la impunidad está muy lejos de acabar. Es una lucha de poder, y ganará quien lo ejerza bien.

El sábado pasado, los integrantes del pacto de corruptos celebraron porque tuvieron éxito al burlarse, de la forma más agresiva y descarada, de la ciudadanía, de la plaza, del tuit del embajador Arreaga y del resto de quienes nos identificamos como parte del esfuerzo contra la corrupción y la impunidad y lo apoyamos. Ejercieron la cuota de poder que detentan sabiendo que es una batalla en la que pueden ganar o perder. Y ganaron.

Por otro lado, la ciudadanía, la plaza, la Embajada de Estados Unidos de América, el resto de la comunidad internacional acreditada en Guatemala y los partidos de oposición política que han decidido mantenerse al margen o abandonar el pacto de corruptos también tenemos una cuota de poder importante. Y quizá más grande que la del bando procorrupción. Pero, si ese poder no se ejerce, es como no tenerlo. Resulta inútil y, lo que es peor, como claramente quedó demostrado el sábado, termina regalándole victorias al pacto de corruptos.

Con lo ocurrido se despejan dudas: Jimmy Morales, Álvaro Arzú y la gavilla que resultó elegida para integrar la junta directiva del Congreso están cualquier cosa, menos asustados, ante la posibilidad de enfrentar la justicia por la corrupción y otros delitos que han, están y seguro continuarán perpetrando. Los rostros de Álvaro Arzú Escobar (hijo del alcalde capitalino), Felipe Alejos, Javier Hernández, Alejandra Carrillo, Estuardo Galdámez, Karla Martínez, Juan Ramón Lau, Jaime Lucero y Elza Cu no son de preocupación, sino de celebración: se están burlando de usted y de toda la ciudadanía, del Ministerio Público y de la Cicig, del embajador Arreaga y de toda la comunidad internacional. Se burlan a sus anchas porque se han constituido en un frente a favor de la corrupción y la impunidad y están seguros de que no les pasará nada por ello.

En cuanto a la comunidad internacional, semejante situación no es rara ni difícil. La tolerancia e incluso el reconocimiento del fraude electoral en Honduras lo demuestran. Está claro que a la constelación de delincuentes que el sábado fueron elegidos para la junta directiva del Congreso no se la derrotará con tuits y comunicados de prensa.

Pero, por supuesto, acá el actor importante no es la comunidad internacional, sino la ciudadanía guatemalteca, esa que demostró en la plaza que puede ser consciente, activa y enérgica, preocupada por de verdad procurar, de una forma pacífica y democrática, una Guatemala mejor hoy y mañana. Y, de nuevo, a los delincuentes del pacto de corruptos no se los derrotará con indiferencia y actitud pasiva, con rabietas desde la comodidad de nuestras casas. El sábado, la constelación de delincuentes demostró que lo poco que le importa y preocupa son la plaza y la ciudadanía, ya que, para ellos, seguramente no somos más que un montón de babosos que al final del día terminamos tragándonos sus fechorías, arrodillándonos cabizbajos por pura pereza e indiferencia.

El año se abre con una derrota para Guatemala, solo una de muchas batallas que vienen: la decisión sobre el antejuicio de Arzú, el cambio de autoridades en el Ministerio Público y la Contraloría General de Cuentas, etc. Lo que es cierto es que, si como ciudadanos no ejercemos la cuota de poder que tenemos desde la plaza y la comunidad internacional se vuelve cómplice, como está ocurriendo en Honduras, con toda seguridad continuaremos perdiendo esas batallas.

En septiembre pasado planteaba que la situación se encontraba ante un punto de quiebre. El momento crítico llegó.

Fuente: [https://www.plazapublica.com.gt/content/el-pacto-de-corruptos-ejercio-su-poder]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

José Ricardo Barrientos Quezada
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