El nuevo sujeto del cambio
Breve variación sobre el intelicidio y el individuo light (2).
Mario Roberto Morales
Con una humanidad poblada por sujetos víctimas del intelicidio –que se tragan el igualitarismo ilusorio que les venden las redes sociales y del cual extraen una fallida arrogancia pueril–, la democracia es un chiste, pues los electorados constituidos por estos cadáveres del pensamiento crítico son veletas que cambian de ideología y de voto como de marca de salchicha o de cerveza. No hay en su “análisis” político nada relativo a aquello que los candidatos representan en materia de intereses económicos o ideológicos, sino sólo la imagen superficial y el discurso emotivo del mercadeo de personajes que se presentan como un producto para ser consumido por el antojadizo voluntarismo de un sujeto /light/, que ha hecho un valor del picoteo “intelectual” y de la pérdida hedonista de tiempo, y un antivalor del pensamiento crítico y del compromiso moral con la especie, a la cual el sistema que el sujeto /light/ avala está destruyendo a la vista de todos.
Las votaciones en democracia no tienen entonces sentido si el que vota es un pueblo desinformado e inculto, interconectado e incapaz de entender el exceso de información que lo bombardea. Las corporaciones se han pasado décadas creando al sujeto /light/ hedonista, inmediatista, inconsciente y cínico. La socorrida “crisis de valores” de la que tanto se quejan las derechas es resultado del intelicidio. Por esto, lo que se impone es la necesidad de formar sujetos cultos, informados y conscientes, superando así al inerme sujeto /light/.
De nada sirve “democratizar” un Estado si se cuenta con una “ciudadanía” ignorante, inculta y debidamente interconectada al intelicidio cotidiano: ese que mata la capacidad de leer y entender lo que se lee, el que anula la habilidad de expresarse verbalmente en el plano oral y en el escrito; ese que hace balbucear con ojos de pánico escénico a cualquiera que lo encuadre una cámara de televisión, y que autoriza a escribir sin pudor alguno un despreciable remedo del idioma español en las redes sociales. De nada sirve la democracia si no existe un sujeto democrático consciente, crítico, culto y versado en los valores cívicos que lo hacen ciudadano, a saber: la certeza de que la soberanía reside en él, de que los gobernantes son sus servidores, de que es ciudadano porque es sujeto de derechos y obligaciones, de que el Estado está encargado de velar por que exista igualdad de oportunidades para todos, libre competencia con reglas igualitarias, control de monopolios y sometimiento a la ley para todos. Pero si una “ciudadanía” es pobre, analfabeta, iletrada y desconoce qué quiere decir la palabra ciudadano y también que éste es el sujeto fundamental de la democracia, sus miembros no pueden ser ciudadanos aunque posean documentos oficiales de identidad. Las personas así no son sujetos democráticos, sino títeres que votan en manada por quienes les ofrecen o dan la más indigna de las dádivas. Es por esto que a la derecha le conviene mantener a su “ciudadanía” en la ignorancia. Y porque un buen ignorante es un buen consumidor.
El sujeto democrático se crea forjando individuos prósperos, cultos, críticos y conscientes, capaces de comprender que para ejercer sus derechos como ciudadanos necesitan conocer la historia de su país y cómo funciona el Estado, así como tener consciencia de su condición de sujetos de la soberanía. De lo contrario, no hay ciudadanos ni democracia. Urge por eso crear al nuevo sujeto del cambio.
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