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El libro que jamás terminé… (en memoria de mi padre Roberto López)

Fredy Obdulio López

Este libro tuvo su origen en los últimos días del mes de diciembre del año 2016, como un homenaje a mis padres, al verlos enfermos y con deseos de regresar a nuestro pueblo, un día mi padre me dijo “Mira mijo, yo quiero regresar a Mercedes, me siento enfermo y allá creo que es más fácil que me lleven al hospital y quizás así logro sanar”.   Para navidad le obsequiamos una camisa y un pantalón y él me dijo “voy a ponérmelos para la fiesta de Mercedes”.

Este libro que lleva como título “El libro que jamás termine”  lo escribo como un homenaje a mi padre, he querido escribir, pero cada vez que lo intento la presencia de mi padre me detiene, mi padre fue un emprendedor, lo que deseó aprender buscaba el modo de aprenderlo, en su juventud, quiso aprender a manejar automóviles, buscó siempre la oportunidad, un día como empleado de la finca se le presentó la oportunidad, pero de una forma inusual, el administrador deseaba realizar un viaje, y lo mando a llamar, mire Roberto yo necesito ir  a la capital de Guatemala, aquí están las llaves por favor lléveme… Según cuenta mi padre, él nunca había manejado, solo había visto como manejaban y les había pedido que le enseñaran pero la mayoría eran egoísta y celosos, lo cierto fue que mi padre aprendió a manejar y también aprendió mecánica, también un día decidió aprender electricidad y se inscribió a un curso por correspondencia, no recuerdo muy bien el nombre de los folletos, “Electricidad de Helpem School”.

Se le ocurrió abrir una tienda, en la comunidad en aquellos tiempos solo existía la famosa Tienda Grande de Don René, esposo de la maestra “Seño Martha”, cerca de la Iglesia Católica y frente a la piedra grande, dicha piedra era enorme y no sé cómo llego a ese lugar… Don René era alcohólico y de eso murió, un día que nuestra seño Martha no le dio de beber nada… murió de goma… la seño Martha compró un vehículo, era un escarabajo, una cucarachita y según las malas lenguas solo podía manejar en primera por lo que se ganó el apodo de “Martita primera”.

Mi padre abrió su tienda y la surtió con la mayoría de productos, con el tiempo logro capitalizar para comprarse su primer carro, un Chevrolet, del año 50, de color rojo con blanco, que le servía para traer mercaderías y también como una especie de taxi, cuando las personas le hablaban para algún viaje… luego se compró otro carro Chevrolet, del año 54, de color celeste con blanco…

En la tienda se vendían lazos, machetes, azadones, planchas de carbón, zapatos, botas de hule, radios de baterías, colchas, delantales, perfumería y una variedad de productos.

Mi padre realizaba todo por iniciativa podría ya que no tuvo la oportunidad de estudiar solo estudio el segundo grado de la educación primaria.

Fue uno de los primeros en tener radio de transistores o de baterías, le gustaba escuchar el programa de radio “Chapinlandia”, siempre le gusto la música de marimba, lo escuchaba todos los domingos, y se sabía los nombres de casi todas las melodías… “Nardos de la Montaña”, “Llegaras a Quererme”, “Añoranza”, “El tiempo todo lo borra”, “Flor de un día”, “Una caricia para ti”, “La polka de los abuelos”, “Concepción  Tutuapa”, “El ferrocarril de los Altos”, “Luna de Xelaju”, “Coatepeque”, “La cumbia Jalapaneca”, “Lagrimas de Thelma”, “Cuando llora un indio”, “Tristezas Quetzaltecas, “Cuando cae la lluvia”, “El leñador”, “El rey Quiché,” “ El valle de la Esmeralda”, “Celajes tacanecos”, “ Chichicastenango”, “Sal negra”, “Tenis Club”, “Rio Polochic”, “La 12 calle”, “Remembranza”, “Regalito de amor”, “Una casita en el cielo”, “Olvido pasional”, “Antonieta”, “Corazón de Madre”, “Nos enamoramos en abril”, “Amor eterno”, “Otra vez mi cielo azul”, “Mi linda Kelly”, “Esta noche la paso contigo”, “Mi Lupita”, “Mi Chiantlequita”, “La rajita de canela”, “La flor del Café”, “Mi bella Guatemala”, “Chuchitos calientes”, “Agentes viajeros”, “Alegres Camineros”, “Cobán”, … y otras que no recuerdo.

Mi padre fue siempre emprendedor, la televisión no había llegado a la comunidad, solo tenía el administrador, el contador, y a él se le ocurrió traer una, la cual conectaba a la batería del carro, porque en la comunidad para aquellos tiempos no había energía eléctrica residencial.

Mi padre trabajaba como chofer de la finca, manejando un camión que llamaban Barreiro, me imagino que era la marca, uno de los tantos días que lo acompañe me dijo que llevara una almohada y mi sorpresa fue que serviría para poder ver bien el camino, ya que me enseñaba a manejar el Barreiro, por supuesto solo era un juego, ya que solo me dejaba mover el timón…

 

El camino de Colomba hacia las Victorias era de  tierra y para el invierno eran lodazales, los carros de mi padre se fueron arruinando, aun camiones y a los buses les tocaba  sacarlos de los lodazales con piedrín y tablones, al bus le llamaban “La Torcasa” y los buses de la empresa “Xelaju”.

Para lograr manejar el negocio siempre estuvo a su lado mi madre Herminia González Alvarado, para aquellos tiempos para poder ver televisión acondicionaron unas bancas de madera en la sala de la casa y cobraban un centavo, era una novedad, mi madre aprovechaba para vender café, panes, plátanos fritos, aguas, cervezas, y una variedad de productos.

Mi padre también aprendió a coser a máquina para confeccionar ropa, y ahorró para comprar su propia máquina, mi padre aprendió bien el oficio de sastre.

El día 3 de mayo de cada año, adornaba una pequeña Cruz con papel de china de varios colores y lo colocaba al frente de la casa, sin ser albañil era su forma de celebrar el “Día de la Cruz”.

Para los años 70 mi padre llevó el primer televisor a colores, era una novedad en la comunidad, recuerdo que el primer programa que vimos a todo color fue “Plaza Sésamo”.

Mi padre tuvo una extraña enfermedad en la cabeza, siempre padeció de dolores y en algunas ocasiones le caí un pequeño gusano de la cabeza… por esos días visito la finca un inspector del INTA, Instituto Nacional de Transformación Agraria, yo solo lo conocía como Don Miguelito quien le dijo a mi padre que en la capital había un doctor de apellido Bicfort, especialista en la cabeza, en el Hospital de Coatepeque los doctores le habían dicho a mí padre, que para operarlo le destaparían la tapa del cerebro o como se dice [la tapa de los sesos]. Mi padre viajo a la capital y efectivamente el Dr. Bicfort le diagnostico tumores los cuales podría quitárselo a través de operarlo desde el cielo de la boca y la nariz, no recuerdo el precio porque en esa época yo tenia aproximadamente ocho años, mi padre al regresar a la Comunidad le consultó a mi madre Herminia González Alvarado que siempre apoyo a mi padre, y empezaron a vender cosas para juntar el dinero y llego el día de la operación, recuerdo que viaje una vez con el ya que siempre debía acudir a curaciones, al salir de la clínica viajábamos hacia Villa Canales a la casa de mi tía Antonia o tía Toná.

En el año 1974 me dijo, vamos a comprar otro carro, me vas acompañar a Mazatenango allí venden bonitos y no son muy caros, nos fuimos en bus y antes de bajarnos vio un jeep y me dijo ojala vendieran ese, bajamos del bus y caminamos hacia el jeep que vio y efectivamente empezó a negociar con el dueño, lo compramos en Q 500.00 y felices regresamos a la comunidad, pero en el camino luego de pasar por Retalhuleu se nos atravesó un chucho (perro), y lo destrozamos, y mi padre me dijo “Ya estrenamos nuestro jeep”.

 

Al inicio de 1976 exactamente el 4 de febrero un terremoto sacudió a todo el país, pero la región más afectada fue Chimaltenango y Quiché, un poblado llamado San Juan Comalapa… a mis 11 años, siendo las 4:00 de la madrugada nos levantamos asustados, pero como siempre mi padre nos hablaba para que nos tranquilizáramos…

Hay varias épocas para recordar a mi padre, para Semana Santa, en la comunidad era entusiasta y organizaba la hermandad de Jesús Nazareno, colocaba un tocadiscos para acompañar con la música de las marchas, recuerdo que tenía que comprar varios discos ya que por el sol se doblaban.  Pero la mejor época para recordarlo era para fin de año, para navidad, al iniciar el mes de Diciembre de cada año elaboraba el Nacimiento del Niño Jesús, para dos niños, uno de ellos fue elaborado en madera tallada por mi abuelo José o Papa Chepito, recreaba el Nacimiento con la Iglesia y la Casa Patronal de la Comunidad Las Mercedes, hecho de cartón y material reciclado, además elaboraba imágenes con yeso y cemento, era una Nacimiento bien grande, de mi padre aprendí y ahora todos los años elaboro también un Nacimiento en todos los lugares que me ha tocado vivir.

Mi padre siempre escucho música de marimba y para Navidad compraba discos de los llamados Lp para que la familia estuviera feliz en Navidad,  recuerdo los Lp de la marimba orquesta Gallito, la Ecos del Pacifico, la Alma Tuneca, Checha y su India Maya y Los Conejos.  Pero también escuchaba música de José Alfredo Jiménez,  Arrullo de Dios, esta canción nos decía que era dedicado a todos sus hijos, Se va Diciembre, Amarga Navidad, Pa Todo el año.  Quizás algunas de las canciones,  la letra no era adecuadas o dedicadas a nadie,  más le gustaban a mi padre por su calidad interpretativa,  las canciones de Javier Solís, Lloraras en Navidad, Regalos de Reyes.

Lamentablemente los últimos días de su vida las pasó angustiado, por una deuda que pesaba sobre la casa que fue hipotecada por mi hermano menor,  cuánto pudo haber sufrido mi padre, sabiendo que el único patrimonio que tenía estaba en riesgo, que ya había recibido notificaciones de cobro y el en esta ocasión no podía hacer nada, la casa que tanto le costó comprarla estaba hipotecada por un préstamo hecho por mi hermano menor que de Q 14,000.00 pasaron a ser Q 40,000.00. Pero mi hermano  se desentendió de pagar y pasó a juzgado y a una serie de notificaciones hasta de subasta pública por incumplimiento de pago.  Y mi padre enfermo paso la angustia de perder su casa y mi hermano ingrato no daba la cara, no contestaba su teléfono, una vez mi padre me dijo “Decile a tu hermano que necesito hablar con él”.

Pero a mí me ocultaron todo eso y fue en la segunda semana del mes de julio que me llamaron por teléfono porque necesitaban hablar personalmente conmigo, hasta en esa fecha supe lo que estaba pasando y el día 26 de julio se cumplía el plazo para pagar.

 

Un 28 de febrero, del año 2017,  después de las 13:00 horas mi padre ya no pudo más, le dijo a mi madre que saliera del cuarto, que la llamaban, porque estaba respirando sus últimos suspiros y no quería asustar a mi madre, pero no lo logró, mi madre le tomó de sus manos y ella sintió como le fue apretando como una forma de hacerle sentir la inmensidad de su amor, mi padre moría lleno de la mejor satisfacción de haber sido un hombre íntegro, ejemplo de todas las generaciones.

Ocho días antes lo habíamos visitado porque queríamos verlo vivo “lo abracé, los cabellos de su barba estaban duros y blancos,  ya no tenía fuerza, en su abrazo, me dijo gracias mijo, yo le dije… Usted es un tipo y estoy orgulloso de que sea mi padre, quiero que sepa que lo amo…

Lloré por mucho tiempo a mi padre, creí que sería eterno, hasta el día que decidió viajar a la comunidad, fue deteriorándose su salud, el día que lo vi parado en una esquina de la mesa, comía con mucha dificultad  (malanga con agua de frijol).

Mi madre fue la última en verlo vivo, le fue soltando las manos, porque en ese momento se empezó a sostener de su nueva vida eterna a donde solo van las personas como él…. Y al parecer no sufrió físicamente, solo espiritualmente por la pena de dejar a su gran amor, sola, mi madre en los momentos más difíciles expreso “Tan ingrato Roberto por dejarme sola”, eran inseparables, pero ese día empezaba una nueva forma de vida para los dos.

Hoy 20 de febrero 2018 se cumple un año que viajamos a la Comunidad de las Mercedes y vimos vivo a mi padre, como si hubiera sido ayer, su recuerdo vive, hoy veo a mi hijo Fredy hacer arreglos a prendas de vestir, confeccionar mochilas, y sé muy bien que en todo ese diario vivir esta la herencia de mi padre, él vive en cada espacio de nuestra casa, en cada espacio de su casa, donde hoy vive mi madre extrañándolo, pero con la seguridad de que el  nos vigila y nos cuida desde el lugar donde habita su memoria.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

fredy2012