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El libro del mundo

Gerardo Guinea Diez

Las imágenes discurren a gran velocidad. El presente está acelerado y su lectura, imposible. También las ideas, las opiniones y a veces el disparate es un pie de página de una realidad ininteligible. La trama de la existencia nos pertenece, pero tardíamente. El mundo está revuelto, convulso y enfermo. La tragedia en Siria es una calamidad sin fin. El miedo habita a la vuelta de la esquina y la posibilidad de la violencia para nada es retórica.

Cualquier día la desolación pisotea la dignidad y la historia sigue escribiéndose desde la indiferencia, el enojo, las viejas rencillas. El hambre y la pobreza condensan la tristeza del mundo. Y están esas realidades menos perceptibles, menos lucidoras para portadas de los diarios. Esos pequeños dolores que se pasean sin ser vistos. Como si el planeta durmiera sin sueños. Palidece su rostro en las guerras interminables, en los migrantes, en las ventanas eternas del desasosiego.

Igualmente, el mundo pasa por el sueño de los poetas, por su palabra y una alegría que no tienen pero se parece a la alegría. “¿A qué huele el mundo ahora?”, se preguntaba Juan Gelman. Sin duda, a mañanas con porvenir, al sueño eterno de la infancia, a barro y crepúsculos con silencios llenos de sol. El mundo es ese cuaderno donde todo está dicho y se reescribe día a día. Cada año, cada mes, se pronuncian las palabras de siempre y en su irrealidad vemos al infierno de lejos, aunque, además, el paraíso es posible cuando la sangre piensa y la belleza azula ciertas tardes.
Entonces, nos sentamos a escribir la vida, a entender el vacío y el tamaño del desastre que se viene. A pesar de ello, ponemos el debe y el haber, para no perder el entusiasmo. 2016 batirá un nuevo registro del ascenso de las temperaturas y, como prevén los científicos, por tercer año consecutivo, será el año más caluroso. Como quien no quiere la cosa, los expertos aseguran que la racha de calor es la más prolongada en 137 años de registros.
Cómo leer, pues, las páginas del mundo, sin temer que desaparecerá la primavera del sur, el desorden del canto de los pájaros, el otoño melancólico y la humedad del invierno. En mayo, en la ciudad de Phalodi, en India, la temperatura llegó a 51 grados y de acuerdo con estimaciones de la NASA, este verano se registró el mayor retroceso en los hielos marinos. A su vez, la Universidad de Exeter, en Inglaterra, informó que este año habrá la mayor concentración de CO2 en la atmósfera.

Pero, el libro del mundo es otra cosa y no el “show” en que lo hemos convertido, el cual sustrae la mejor esencia del humano y de la vida en el planeta. Llegará la hora de escribir desde el silencio, desde el polvo, desde la compleja ingeniería del ruiseñor, desde la sabiduría de quienes conocen los misterios del tiempo y los alimentos, desde la locura de los poetas y el frenesí de una flor abriéndose a la luz.

En el vaivén de perder o ganar, observamos la fiesta del viento y la necesidad de parar. Cae una luz al revés y las palabras callarán hasta que los días regresen con su hálito de aires delgados y noches largas para conversar.

En mayo, en la ciudad de Phalodi, en India, la temperatura llegó a 51 grados y de acuerdo con estimaciones de la NASA, este verano se registró el mayor retroceso en los hielos marinos. A su vez, la Universidad de Exeter, en Inglaterra, informó que este año habrá la mayor concentración de CO2 en la atmósfera.

Fuente: [www.s21.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Gerardo Guinea Diez
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