El golpe de la madre naturaleza
Para las y los capitalistas ortodoxos, las voces colectivas y rebeldes, no tienen derecho a vivir.
Irmalicia Velásquez Nimatuj
Las y los capitalistas ortodoxos son irreverentes ante lo no humano. Se asumen indestructibles y domadores de su alrededor. Vociferan ser los descubridores y controladores de la ciencia y la tecnología. Creen que su mayor mérito es la transformación y venta masiva de los recursos porque los conduce a obtener lo deseado, a lograr lo sublime, que no es otra cosa sino la obtención de la máxima ganancia frente a la menor inversión, para convertirse en los nuevos millonarios de revista, sin importar el costo humano, animal, vegetal, mineral o cualquier otro.
Ellos financian a los portavoces institucionales y cibernéticos de las corporaciones, los “expertos en desarrollo”, los profesionales de la muerte, los defensores del Estado de Derecho que demandan al unísono en Campos Pagados, columnas y espacios académicos ¡Que la Corte cumpla la ley!, ¡Que honren contratos firmados entre ellos!, ¡Que se respeten, para ellos y sus negocios las leyes y los reglamentos! Esas que ellos mismos han creado. Allí aparecen, como caricaturas congeladas en pose de actores, levantando en una mano la ley y en la otra el látigo, el castigo para someter a quienes osan desafiarlos.
Para las y los capitalistas ortodoxos, las voces colectivas y rebeldes, no tienen derecho a vivir. ¡Son insubordinados que violan las leyes divinas! que no son otra cosa que violar las leyes de la codicia y el enriquecimiento que los embrutece.
Sí, las y los capitalistas ortodoxos viven embrutecidos, por eso, no les importa asesinar lentamente a la Madre Tierra y con ella a los hijos que demandan vivir con cierto equilibrio para gozar colectivamente de los brotes de agua fresca, frutos, granos y otros manjares que no tienen brillo, que no tienen precio en Wall Street.
Las y los capitalistas ortodoxos son portadores de una pequeñez humana, son tan pobres que solo poseen cuentas millonarias, por eso, demandan castigo y cárcel para quienes se niegan a asesinar lentamente a la madre tierra, la madre luna, al padre sol, a los hermanos ríos y al hermano mayor, el océano, que hoy en un imparable calentamiento les envía avisos antes de convertirlos a ellos y a su descendencia en polvo, solo polvo.
Fuente: [https://elperiodico.com.gt/]
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