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El fin de un mundo binario

lucha libre

Lucía Escobar
@liberalucha

Cada junio, la comunidad LGBTI, Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans, Intersex celebran el “Mes del orgullo por la diversidad sexual e identidad de género” con una serie de actividades, conferencias, películas, talleres y fiestas que concluyen con la “Marcha del orgullo”. El desfile que dignifica la diversidad sexual crece cada año; más gente se atreve a asumirse y visibilizarse como parte de este conglomerado que reclama para sí, la libertad de escoger su identidad sexual sin represiones ni castigos sociales.

Aunque son días para celebrar la diversidad, son sobre todo para denunciar la discriminación que aún sufren en muchos aspectos de su vida social, legal y familiar. Y lo más importante; exigir la penalización de los delitos de odio que llevan al rechazo, los golpes, la violencia, y en casos extremos a la muerte y al aislamiento de muchas personas. El miedo a la diversidad y a la libertad ajena pueden llevar a la violencia extrema. Aquí se mata antes de preguntar, se repele lo que no se entiende. Se justifican atrocidades con la Biblia en la mano, desprestigiando con su odio, a un Dios, que de existir, no rechazaría a ninguna de sus criaturas por más excéntrica, colorida y diferente que fuera. Todavía no hemos entendido que las religiones son múltiples y opcionales, y que no deben influir en la legislación de los países, ni mucho menos delinear ni delimitar los derechos humanos.

En nuestro contexto es prematuro hablar de leyes que garanticen el derecho al matrimonio igualitario, uniones civiles o derecho de adopción. La igualdad jurídica respecto a los derechos civiles no es una prioridad cuando ni siquiera se garantiza el derecho a la vida, la integridad, la salud, la educación, al trabajo y el acceso a servicios básicos.

Un triste ejemplo de lo atrasados que estamos en respetar ciertos derechos básicos, es la iniciativa mal llamada “Ley para la protección de la vida y la familia” presentada por la bancada VIVA, una aberración jurídica que pretende legalizar la homofobia y prohibir cualquier tipo de educación sexual o de salud reproductiva. Diputados realmente preocupados por la vida apoyarían la iniciativa de “Ley de Identidad de Género” que protegería a una población de casi 15 mil personas trans que son vulneradas en sus derechos más elementales. Según datos de la CIDH, anualmente son asesinadas brutalmente entre 15 a 20 personas trans en lo que no puede llamarse más que crímenes de odio.

Nos han querido vender un mundo de celestes y rosados, sin matices, un mundo que a muchos nos queda chiquito.

A lo largo de la historia, en lo ancho y profundo del mundo, y en la perfecta naturaleza, abundan ejemplos que rompen la dicotomía macho-hembra, existen millones de seres excepcionales que no caben en identidades binarias. Somos un arcoíris de sentires. No hay nada más natural que la diversidad.

Respetémosla.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/lacolumna/2018/07/04/el-fin-de-un-mundo-binario/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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