No se trata de optar entre Trump y Soros, como ocurrirá en nuestra elección de este año con derechas e izquierdas.
Mario Roberto Morales
El complejo militar-industrial y Wall Street buscan dónde invertir el fruto de su especulación financiera. O sea, dónde provocar otra guerra. Y los brokers del belicismo promueven como próximos escenarios de su negocio a Venezuela e Irán, pues EEUU dice que se retira de Siria. El resto de aliados de la coalición contra el ISIS siguen bombardeando ese país mientras, al parecer, algunas tropas estadounidenses ya se repliegan a puntos estratégicos cercanos.
Como se ve, hay un pulso entre los belicistas-globalistas (Hillary-Obama-Soros) y los nacionalistas desglobalizadores (Trump y sus republicanos) en cuanto al camino que debe tomar la acumulación capitalista de ahora en adelante, sobre todo ante el auge de China y Rusia en el mundo multipolar. Trump coincide con la propuesta China de volver a la productividad física de mercancías abandonando el capitalismo financiero especulativo (de Soros y Wall Street), que necesita de guerras para asegurar su reproducción indefinida. Por su parte, China expande su proyecto global alternativo de la Franja y la Ruta de la Seda, incluyendo cada vez a más países y buscando que Estados Unidos se una al proyecto, lo cual, si ocurriera, anularía la posibilidad de una guerra nuclear con Rusia y China, y el mundo entraría en un paradigma distinto de globalización que daría al traste con la actual geopolítica y, en nuestra región, con el Plan para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica.
Por su mentalidad retrógrada, es imposible alinearse con Trump aunque en lo económico tenga una postura más útil para el mundo que la de los demócratas belicistas y su operador global, Soros, quien compró a las izquierdas derrotadas del mundo y las tornó en oenegés progres, fundiéndolas con las derechas que siguen al Partido Demócrata y, por tanto, al proyecto de Wall Street, la City de Londres y el complejo militar-industrial. Soros logró que las izquierdas sean comparsas en simulacros como la “nueva política” (para alinear a juventudes sin más horizonte que la interconexión en redes sociales), o como la “lucha contra la corrupción” (para imponer restauraciones oligárquicas) y las “revoluciones de color” (para hacer creer a la masa desinformada que de hecho participa en los planificados cambios para que todo siga igual). La Guatemala del 2015 y 16 es un ejemplo elocuente de campo de pruebas de estas tácticas, las cuales se aplicaron después con éxito en Argentina y Brasil, y sin éxito en Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia.
No se trata de optar entre Trump y Soros, como ocurrirá en nuestra elección de este año con derechas e izquierdas, sino de crear un interlocutor alternativo a la oligarquía que nos relacione con Rusia, China y Estados Unidos mediante un Estado plurinacional soberano, como propone el MLP.
Fuente: [www.mariorobertomorales.info]
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