El cuarto de la muchacha
Javier Payeras
Nadie quiere invertir en el cuarto de la sirvienta. No importa si es estrecho, si no tiene bombilla, si es húmedo o si está cayéndose el repello. ¿Para qué gastar dinero en un sitio que a nadie le interesa? La muchacha tampoco pide demasiado, un catre donde dormir y un radio para escuchar música por las noches, con eso basta y sobra.
Guatemala es, para la mayor parte de la elite empresarial, como el cuarto de la muchacha. Un país dormitorio, con impuestos y sueldos a la medida de sus ganancias e intereses. Muchos optaron por vivir en Estados Unidos desde hace muchos años y vienen a reuniones de negocios una vez por semana. Ahora es mucho más fácil dirigir a distancia y dejar bien custodiados sus valores poniéndolos en manos de perros guardianes, muy atentos de que nadie asalte los monopolios y las prebendas fiscales de sus amos. Cualquier partidito político emergente necesita darse el viaje para ir a solicitar los recursos y las bendiciones de estos mandarines. Si a los guatemaltecos nos matan como moscas o si se contamina el lago de Atitlán o si hay censura y represión contra la libertad de expresión, nada de eso les importa, al fin de cuentas en este país sólo vivimos sus choleros, sus mal pagados empleaditos y sus delirantes nuevos ricos.
Desgraciadamente no nos hemos dado cuenta que el cambio nunca vendrá de arriba, desde el panóptico de los empresaurios.
Jamás llegará ese buen finquero a traernos la prosperidad como si de un par de zapatos se tratara. Los únicos responsables de este país somos quienes lo sobrvivimos día con día. A nosotros nos corresponde sacarlo de su, cada vez más profundo, subdesarrollo.
Fuente: [http://soledadbrother.blogspot.mx]
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