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El comunismo

En palabras de Marx.

Mario Roberto Morales

Contrariamente a lo que afirma la propaganda anticomunista sobre que el comunismo trata de imponer un régimen totalitario, en La ideología alemana (1846) dice Marx que “Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que ha de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente”. En otras palabras, el comunismo es un estadio futuro al que se aspira a llegar después de un desarrollo tan grande de las fuerzas productivas socialistas, que por sí mismo creará las condiciones para que la humanidad supere su condición presente.

Contrariamente a lo que asegura la propaganda anticomunista sobre que el comunismo busca despojar a todos del fruto de su trabajo, dice Marx en el Manifiesto del Partido Comunista (1848) que “El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno”. O sea que el comunismo no tiene nada contra la propiedad personal, limitada por el derecho de los demás a apropiarse de su propio trabajo. Lo que no tolera es la propiedad privada como apropiación del trabajo ajeno.

Al contrario de lo que alega la propaganda anticomunista sobre que el comunismo hará que todos devenguemos lo mismo, dice Marx en la Crítica al Programa de Gotha (1875) que “Cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades!” La igualdad comunista no es pues absoluta sino relativa, ya que responde a la capacidad y a la necesidad de cada cual y es el resultado de un largo proceso histórico de desarrollo de las fuerzas productivas socialistas. No una imposición dictatorial para que todos ganemos lo mismo sin que importen nuestras dispares habilidades. Es obvio entonces que el “socialismo real” poco tuvo que ver con Marx.

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Para él, el comunismo es una fase culminante del progreso social que va del “reino de la necesidad” o del trabajo enajenado, al “reino de la libertad” o del trabajo recuperado en favor del individuo. ¿Y cómo medimos el progreso social? En su Carta a Kugelmann (1856), Marx afirma que “El progreso social puede ser medido por la posición social del sexo femenino”. O sea que uno de los referentes para establecer hasta dónde ha avanzado la especie en su desarrollo cualitativo, es la situación social de las mujeres. Y esto, porque, aparte de la explotación y la opresión de clase, también la explotación y la opresión sexual es índice inequívoco de enajenación de la especie; pues, como decía Martí, “Bestializar bestializa”. Lo cual lleva a que nadie es libre sin la libertad de los demás.

El comunismo es una utopía o guía para la acción hacia regímenes más justos. No es realizable aquí ni ahora. No puede ni pretende serlo.

Mario Roberto Morales
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