El bucle del olvido
Danilo Santos
Diariamente los guatemaltecos más sencillos y trabajadores pagan cientos de quetzales que sumados a lo largo de semanas y meses ascienden a cientos de miles. En las diferentes calzadas y avenidas por donde transita la fuerza de trabajo que mueve y da vida a la ciudad de Guatemala, es “normal” que aborden el transporte público urbano y extraurbano, “vendedores” o directamente extorsionistas, a pedir una “colaboración” a cambio de no asaltar a los pasajeros.
Su logística es sencilla, efectiva y descarada. El miedo su principal arma. Mientras uno sube por la parte de adelante otro lo hace por la puerta trasera del bus, el primero da un discurso extorsivo solapado y el segundo, sin más, amenaza directamente. Las cicatrices visibles de los recolectores de ese “impuesto del olvido” son realmente atroces; rostros desfigurados por quemaduras, cortes que atraviesan completa la cara, rastros de disparos, etc. Pero las que no muestran, esas que hasta a ellos asustan, esas son las verdaderamente temibles…
El promedio de personas, jóvenes en su mayoría, que suben a cada camioneta en el transcurso de una hora es más o menos de seis; sin embargo si sumamos a los más de veinte que se mantienen en las distintas paradas de cada una de las rutas, fácilmente llegamos a más de cien. Es decir, existe una manera organizada de operar, estructura, delito continuado, testigos y víctimas. ¿Qué más se necesita para que la autoridad competente haga algo? ¿Qué?
Maneras de controlar la situación existen. Falta un poco de interés, planificación y coordinación. Mucho harían los diputados distritales del departamento de Guatemala poniéndole atención a la extorsión que sufren todos los días la masa de votantes de las ciudades dormitorio que ahora los tienen en el Congreso de la República. La seguridad y bienestar de sus votantes debería ser más importante que el “impuesto del olvido” cobrado.
Si quieren oler, sentir y probar el bucle del olvido sin filtro: súbanse a los vagones que arrastra hacía atrás la “loco-motora” que cincela nuestra historia. Persígnense y repartan monedas y billetes por el cuerpo. Y luego maldigan cuando les toque probar un dulce “amargo”. Suspiren de alivio cuando hagan falta solo tres pasos. No antes. Abracen a sus hijos pequeños. Bésenles los ojos para tapar las cicatrices por un momento. Trabajen y no salgan sin “varas” “porque nadie sale a la calle sin varas”. Trabajen y paguen todo lo que haya que pagar. Paguen al olvido. Paguen a los hacedores del olvido. Paguen al que sea, no importa si huele a vómito y mariguana o “wiskey” fino y cannabis.
Paguen desgraciados y den gracias que tienen para pagar, no se quejen porque morirán antes de que alguien haga algo por ustedes. Morirán si no pagan. Morirán si no hacen algo. Paguen, con su sudor, sangre, lágrimas y todo lo que les pueda conseguir su fuerza de trabajo. Con el futuro de sus hijos. Con la felicidad misma. Búrlense de la madre que llama entre lágrimas “bebé” a su hijo vuelto un dato del olvido. Rueguen porque sus “bebés” no sean olvidados jamás.
Fuente: [http://lahora.gt/bucle-del-olvido/]
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