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Definiendo a la izquierda rosada

Los millennials no son de izquierda pink. Son de derecha lila.

Mario Roberto Morales

Llamé izquierda rosada no sólo a la socialdemocracia –que nació de ese color y por ello no debería ofenderse por el apelativo–, sino sobre todo a la izquierda que todavía se las lleva de roja. El nombre viene de que esta izquierda adhirió (con la socialdemocracia, los neoliberales y el CACIF) a la geopolítica regional llamada Plan para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica (PPTNCA), que basa el “desarrollo económico” del área en más hidroeléctricas, más mineras, más cementeras y más palma africana. El “argumento” para justificar su claudicación ideológica (rosada) consiste en afirmar, con pose de realpolitik, que –por azar– el interés geopolítico estadounidense coincide hoy con el interés nacional-popular de Guatemala. Je.

Entre los izquierdistas rosados se cuenta entonces a los socialdemócratas (por derecho histórico), a las progresías de derecha que navegan como de “izquierda moderada” y a toda la pléyade de oenegeros progres, ex-revolucionarios, ex-simpatizantes de la revolución y eternos diletantes “inquietos” que pueblan la mal llamada “sociedad civil” local. Los chavos profesionales de la indignación placera sabatina no son de izquierda rosada: ellos son los ufanos “nuevos políticos” de la ultraderecha neoliberal, que también apoya el PPTNCA junto a estos millennials que se aliaron con el CACIF y su vanguardia libertaria para las movilizaciones de la plaza, y hoy –como premio a sus buenos oficios– se hallan a sueldo de la Fundación Soros, del National Endowment for Democracy (NED), del Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD) y otras agencias; y también reciben sueldos como contratistas del Estado y mediante plazas etéreas en diversos ministerios.

Los ex-indignados no son pues de izquierda rosada, sino de derecha lila. Tampoco todos los movilizados son de derecha manipulada, como dicen que digo. Hubo mucha gente que fue allí sabiendo de la manipulación y buscando convertir aquello en un movimiento con liderazgos, con estructura y jerarquías y con planes tácticos y estratégicos. El intento fracasó porque se lo tragó la fiesta y la ideología de “no tener ideologías”, propia de la derecha neoliberal y de sus “nuevos políticos”, hoy comparsas del PPTNCA y del izquierdoderechismo oportunista que lo apoya.

Espero que quede claro el concepto de izquierda rosada porque la derecha lo usa a conveniencia. Lo cierto es que el licuado formado por los neoliberales de la Marro, el CACIF, la izquierda rosada (UNE, URNG, Winaq, Semilla, “sociedad civil” financiada por la cooperación internacional) y los ex-indignados sabatinos (ya asumidos como “nuevos políticos” del neoliberalismo) son los que reptan impúdicos para administrar el PPTNCA y cabildean a diario ofreciéndose como funcionarios dóciles para cuando le ordenen al “presidente de a sombrero” largarse después del golpe de Estado blando que le dieron cuando colorearon a su familia de corrupta, cuando hicieron prófugo a su asidero político el genocida “Puñalito” y cuando los medios le endilgaron al Estado la muerte de las 41 niñas del “hogar seguro”: el tipo está listo para volar como lo estuvo Pérez Molina después de irse Baldetti. Tanto, que quizá ni haga falta otra movilización placera para darle “legitimación ciudadana” al golpe, como ocurrió con Pérez.

La izquierda rosada tiene nombres y apellidos. No es una abstracción gratuita. Y sobre ella pesa una torva responsabilidad histórica.

Fuente: [www.mariorobertomorales.info]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mario Roberto Morales
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