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De futbol y otras crudas realidades

Edgar Celada Q.
eceladaq@gmail.com

Recibí correo electrónico de un amigo residente en México, con quien tenemos una tertulia digital para intercambiar lecturas, preguntas y nostalgias. Dice:

“Estimado: un saludo y un pedido para una breve interrupción de vacaciones, y nos escribas un correo sucinto, con tu opinión si el triunfo de la selección fue parte del guión de la embajada. O bien fue un triunfo genuino, que ha sido celebrado como si se hubiese obtenido ya el pase para Moscú”.

Cito algunos párrafos de mi respuesta: “… mi primera reacción a tu pregunta fue de sorpresa, pero me quedó dando vueltas en la cabeza. Supongo que si la pregunta se la haces a (…), probablemente él te respondería afirmativamente. Y obviamente, no solamente él: creo que hay muchos aquí convencidos de la omnipotencia de la embajada/EE.UU. Tampoco sería la primera vez que se use el deporte con fines político/diplomáticos: hasta Forrest Gump comedió la diplomacia del ping-pong.

“Pero, sinceramente, no creo que haya habido tal cosa en el juego del Viernes de Resurrección (es que resucitaron las esperanzas de pasar a la siguiente ronda)”.

Explico que hasta entrada la noche, por aviso familiar, me acordé del juego, que empecé a “ver (en) el segundo tiempo (por esa razón me perdí los goles). Y lo que vi fue un equipo tratando de torear a los gringos… pero sobre todo vi… un portero que se ganó a pulso el título que ya le dio la gente aquí: San Paulo César Motta.

“De no haber sido por él, ahora estaríamos preguntándonos si la derrota no sería parte del guión de la embajada para joder a los cabales (no te olvidés quién preside la Comisión Normalizadora de la Fedefut). En realidad, creo, la teoría de la conspiración no aplica en este caso. Y como me lo preguntás directamente, igual te respondo… sí, creo que fue una victoria legítima… Otra cosa es cómo les irá en el juego del martes y durante una eventual participación en la siguiente ronda.

“Que la gente esté celebrando como si ya hubieran clasificado para Moscú, es indicio de la gran necesidad de mejorar la autoestima nacional. Necesidad conocida por los gobernantes de turno, que no desperdician el momento para hacer política de show, de entretenimiento, porque de la otra, la Política (así con mayúscula) no saben. Mirate al presidente enredado en una diatriba tuitera con Faitelson… qué vergüenza.»

“Esto es parte de lo trágico: un pueblo… al que se lo volverán a dormir con la camisola nacional puesta, si se logra clasificar aunque sea a la hexagonal. Y si no, a volver a la realidad de nuestro subdesarrollo espiritual, cultural y deportivo”.

Transcribo el correo varias horas antes del juego entre las selecciones de fútbol de Guatemala y EE. UU. El resultado, ya conocido cuando esto se publique, no cambiará lo esencial de la reflexión. Tampoco la dramática denuncia de la muerte en plena vía pública y en brazos de su madre, de un niño de 11 meses por un cuadro de diarrea y vómitos, al no ser atendido en un centro de salud.

Así es Guatemala: insensible, amarga y dura.

Transcribo el correo varias horas antes del juego entre las selecciones de fútbol de Guatemala y EE. UU. El resultado, ya conocido cuando esto se publique, no cambiará lo esencial de la reflexión. Tampoco la dramática denuncia de la muerte en plena vía pública y en brazos de su madre, de un niño de 11 meses por un cuadro de diarrea y vómitos, al no ser atendido en un centro de salud.

Fuente: Siglo21 [www.s21.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Edgar Celada Q.
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