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De abril a abril

La conciencia radical y el pensamiento crítico aumentan.

Mario Roberto Morales

Cada día crece más el conglomerado de jóvenes que –mediante un severo y valiente proceso de autocrítica– comprenden y aceptan que la “lucha contra la corrupción” es como la “guerra contra el terrorismo y el narcotráfico”: un pretexto para ejercer control territorial y poblacional por medio de la manipulación de los corazones y las mentes de las masas desinformadas, sobre zonas del mundo que tienen importancia geopolítica en el nuevo ajedrez global que se libra entre la dupla China-Rusia y Estados Unidos.

En su afán por dominar la multipolaridad que comparten estas tres potencias, Estados Unidos ha impulsado con éxito su “lucha contra la corrupción”. La prueba de ello es que de abril del 2015 a abril del 2016, pasó de lo local guatemalteco (con el affair Pérez Molina-Baldetti y asociados) a lo regional latinoamericano –desbancando al kirchnerismo en Argentina, acosando a Dilma y Lula en Brasil, a Evo en Bolivia, a Correa en Ecuador y a Maduro en Venezuela–, para luego llevar la bandera moralista de la anti-corrupción al plano global con los Papeles de Panamá. De abril a abril, la manipulación de la melodramática sensiblería cristiana ha surtido efecto porque “luchar contra los
corruptos” tuiteando o gritando en la calle nos da la sabrosa sensación de estar en el bando de los que merecen entrar en el Reino de los Cielos. Por cierto, el único país no embarrado por los Papeles de Panamá es EE. UU.

Aquí, ya la “lucha contra la corrupción” ha quedado del todo desgastada porque se ocupan de ella la CICIG, el MP, la PDH, el CACIF y la Embajada. Y estos poderes ya no necesitan que haya gente en la calle “legitimando” golpes de Estado blandos para quitar del Gobierno a cacos impresentables y sustituirlos por “corruptos decentes”. Por eso, la limpieza oficial de los gobiernos de los países del Triángulo Norte de Centroamérica continúa. Y se hace para poder implementar –con funcionarios incondicionales– el Plan para la Prosperidad, que es una estrategia sub-regional de EE. UU. en su lucha global contra China y Rusia, pues estas potencias están ya atrincheradas en Nicaragua.

Así las cosas, soñar con revivir las movilizaciones del año pasado es un sueño de opio. Y perverso es tratar de darle a aquello un significado “revolucionario” que nunca tuvo. Porque la certeza de que las movilizaciones fueron manipuladas por medio de las redes sociales desde call centers de los servicios de inteligencia y la oligarquía, también cuajó en la autocrítica de los jóvenes movilizados, quienes comprenden que si la movilización acabó cuando cesó la convocatoria on line, eso indica que fue mediante la convocatoria que se efectuó la manipulación. Estos jóvenes también entienden que no se trata tanto de luchar contra los políticos corruptos, cuanto contra la corrupción del sistema, que es la causa de los políticos corruptos.

La digna juventud que no ha sido cooptada ni financiada por la cooperación internacional para “seguir la lucha”, se organiza bajo criterios de horizontalidad que no son románticos ni biempensantes, sino que buscan la representatividad de los intereses de los múltiples sectores, clases y etnias de nuestro país, así como su vinculación con las organizaciones populares, para ligarse a reivindicaciones vitales como las del agua, la tierra, el aire, y en contra de la minería, las hidroeléctricas y la palma africana. Es decir, contra la corrupción del sistema, no sólo la de los políticos.

De abril a abril, la manipulación de la melodramática sensiblería cristiana ha surtido efecto porque “luchar contra los corruptos” tuiteando o gritando en la calle nos da la sabrosa sensación de estar en el bando de los que merecen entrar en el Reino de los Cielos. Por cierto, el único país no embarrado por los Papeles de Panamá es EE. UU.

Fuente: [www.mariorobertomorales.info]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mario Roberto Morales
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