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Mientras caminaba por el universo, me encontré con el aleteo de una mariposa gigante mientras le daba color a un nuevo planeta… entre la confusión la abeja dejaba su dulzura en los mares de la nueva creación.

Unas figuras se maravillaban de mi llegada y al mismo tiempo se preguntaban entre ellas cómo un ser, según ellos deforme a la forma, podría estar con ellos sin saber que esas figuras sólo veían a su creador, de pronto los colores que entre ellos se derramaban dieron vida a sus más elevadas manufacturas de expresión artística, de pronto un lenguaje extraño se apoderó de ellos, sin saber que ahora esas criaturas eran una pincelada de áquel que les dio vida, más tarde alguien las llamó, sólo son una brillante idea, todo se detuvo cuando vieron pasear a ese ser que tiene y se apodera de mi galaxia, que aparece en mi realidad y todos mis sueños, ellos la llamaron perfección  manufacturada, a la que yo quise llamar simplemente galaxias de galaxias, en donde me pierdo.

Sonó el despertador, tengo que salir a trabajar…

Al abordar el viejo autobús, aquel joven que con gran destreza ejecutaba la guitarra entonando la canción de la libertad el águila que volaba por encima de las nubes, acompañado de los rayos anaranjados del brillante sol se preguntó, será la guitarra que clama su libertad, mientras un gusano devoraba la hoja del árbol de maple, o acaso las notas de la canción desean desaparecer  de la canción, se preguntó el gusano, los dos al mismo tiempo exclamaron quien de todos vosotros podrá detener nuestra libertad… si cada uno está donde tiene que estar.

En el atardecer, sentado en el parque, terminando de agradecerle a la naturaleza por los alimentos, la lluvia caía sobre mis ojos, cegado, imaginé que los destellos de amor lanzados sobre ti, mi musa, son capaces de cegarte, hasta que no veas mas, nada más que mi amor, esta vez decidí caminar de regreso a mi casa, porque es así como los caminos se recorren… hasta que entra el anochecer.

Encontrándome bebiendo la tasa de café, una reflexión se dibujo cuando mezcle la leche y el café, y dice así; La vida es una profunda reflexión de los que sentimos, vemos y hacemos, en ella misma se desarrolla, en vida, una vida, es decir la individualidad de ella misma, sin ser separada de ella misma se expande en la individualidad, se alimenta y vuelve a ser una.

Una luciérnaga sin pensarlo interrumpió la tremenda luz que proporcionaba la luna sobre el papel que dejaba por unos instantes de escribir, que haces aquí bichito, le pregunté, sin embargo, no obtuve una respuesta a semejante locura que se desprendió de mis labios, entonces, medité, cuando la vi marchar… la luz, por pequeña que aparenta ser, moverá la tinta del papel, entonces será una página en blanco, como la luciérnaga que de día ni se nota, pero en obscurecer, hasta el topo lo obliga a salir de su madriguera para que se deleite y alcance a ver.

Un nuevo día anunció el gato de la vecina, mientras se avecinaba a mi ventana, recordándome que debía tomar un buen baño, no me importa si es la misma rutina, quizás, en ella encuentre el entretenimiento, al final del acabo, siempre es lo mismo, entonces ocurrió algo, inesperado, desnudo frente al espejo observé una diminuta mancha en mi corazón, intenté borrarla con agua y jabón, preocupado por ella salí rápidamente de mi habitación, en el camino le pregunté al zapatero, audazmente me decía zapatero a su zapato, y me marcharme…. me preguntaba, porque tan bruscamente la rutina ya no era más que una simple rutina… la extrañaba.

Me olvidé del trabajo, de mis amigos, de mis que haberes, fui con el sastre que más bien era conocido como el remendado, salí de aquel lugar, remendado, y no deje de pensar en ese remiendo.

Traté de disfrazarlo con cualquier objeto y de disimularlo con una mascota, entonces la mascota robó la intención de todos los demás, yo no sé, porque en cada momento, la confundían con una gallina, un perro y hasta un pez, con una gallina, creía, que sus huevos eran de oro, con un perro, porque era el más fiel y con un pez, porque vivía de las burbujas que hacía con cualquier adulación que recibía.

No tuvo más un día nublado por la tristeza, de un mendigo que inesperadamente se le acercó para pedirle un pedazo de pan, regalar algunas de sus posesiones, sin embargo un año después supo que debía agradecer a aquel hombre el favor que le había hecho de desaparecer de su vida aquellas mascotas que no necesitaría jamás, sólo el pez le quedaba, adormecido en su habitación.

En una burbuja el viento dibujó el paraíso, porque tenía forma de mujer, le preguntó el pez, metamorfoseado en una sirena, observó su reloj, que marcaba las 4am, dispuso dormir un poco esperando el amanecer, o quizás un día mejor.

Qué es esto?, la humedad en mi cama, hace años que no observaba una gota húmeda en mis sabanas, cabellos de una mujer en mi almohada, qué sueño que he tenido para que aquellas ilusiones sean tan reales, me quedé dormido abrazando la pecera, y el pez volvió al mar.

Esta vez estaba completamente solo…. Con un recuerdo de una bella mujer bella, porqué he de llamarla bella, si ni siquiera se su nombre.

El aroma del jazmín me despertó aquella tarde, me motivó para visitar el bosque, dispuesto a caminar un poco, que accidente más grave me sucedió aquella tarde, cuando trotando vi lo que en un momento llamaron la manufacturación perfecta, mi musa, OH!, un meteoro emergió en el horizonte disfrazado del Cupido, para hacer la labor de encadenarme a su ojos en mis ojos.

Cómo te llamas, pregunté, levantando una flor del jardín, perdone, contestó con una sonrisa, un instante inmemorable para mis entrañas, cuando siguió ocultada por ese árbol, su camino al regresar la horrible mancha en mi corazón desapareció.

Observé por más de un minuto, meditabundo, la caja de los tesoros daba vueltas en mi pensamiento, si abrirla o dejar esos tesoros perdidos en alguna calle o avenida, en mi mano estaba después de un profundo sueño, un zafiro de color de las estrellas cuando la luna llena lanza sus rayos en las nubes claras, cerré mi ventana para no ver más al gato de la vieja vecina.

El nacimiento

Imagino que tu nacimiento se iguala a la de una flor, no sé si fue el soplo o la vibración en tus raíces que despertó tus pétalos a brillar al compás de los rayos, ternura indescifrable que devuelves al viento, relámpagos de fuego de tu belleza, rojo amanecer que te vio nacer.

La metamorfosis de humano a saltamontes:

OH! Magnificencia, aquí está guerrero, tu esclavo, tu amante, dedico estas notas musicales a tus pétalos de miel, HEY! Gritó una intrépida hormiga, ella no escucha, inmediatamente me tuve que retirar y en la soledad entoné la canción a luna.

Cuando la última estrella se disponía a desaparecer del firmamento, regresé a comprobar lo que aquella hormiga había dicho sin darme cuenta que la metamorfosis, ni siquiera me hacía sentir un cambio, el frio, el calor, me olvidé de ellos, o quizás nunca los sentí.

No olvidé regresar a aquel lugar, sin embargo, en el camino me desvié, desperté en mi habitación, ya tarde me dirigí al trabajo cuando tropecé y en la suela del zapato, al saltamontes encontré.

En mi billetera no tenía más que un dólar, cuando entré por un pastel, un extraño antojo de 5 dólares, dejé mi reloj para saciar el hambre, no me importa, disfruté del pastel.

Ya sin el tiempo en las manos, vagué sin rumbo, compré el ticket del tren, ya instalado tomé el calor prestado de un abrigo, para olvidar aquel día, cuando bajé de aquel tren, en otro jardín observé que otras manos la acariciaban, si, era aquella flor, no dudé de lo que la hormiga me dictó, fue como la lluvia de ayer, sin embargo hoy también llueve.

Tus recuerdos serán la lluvia, millones de gotas que en un instante desparecen, y en la alcantarilla marcan su final.

Me canse de ver esa estrella el firmamento, voy en mi nave espacial, no sé si llevo lo necesario, jamás lo sabré, no me importa si es un viaje largo, o quizás el más corto, sólo pienso en ese momento, el encuentro

Instalados en aquellas montañas, muy, muy lejanas de toda humana creación. Meditando, sobre la sopa de frijol. ¿Qué la hace tan sabrosa?

Cuando se abrió el suelo y de el salió un monje, ¡Porqué tardaste tanto!, me preguntó, no sé, quizás por que medité en la sopa de pollo, respondí.

Un filete delante de mí apareció, ten cuidado dijo el aprendiz, sólo es una ilusión me señaló, de cansancio me despedí y aquel filete todavía estaba ahí.

Me mantuve por silencio dos años, de vez en cuando me desaparecía a platicar con el loro, que me daba la razón.

Hasta que un día quiso convencerme que el monasterio debía dejar, esa noche la sopa fue de mi amigo el loro, se descuidó y en la olla cayó, el monje la tapó, lo sé, porque a esa ave que flota le hace falta un pata.

Meditando en el bosque del bambú, me cerraron la puerta, regresé a aquel lugar cuando la flor de loto el oro alumbró aquella noche colorida, a la par de ellas los cabellos de una mujer que emergían del lago, no dejé de meditar, en el jardín todo es bello.

Sin embargo, sigue siendo una ilusión, ya por la madrugada aquella estrella matutina, ante mi curiosidad, quise visitar.

No supe si tenía que ser calor o tenía que ser frio, cualquiera de los dos, me podría conducir, no tuve tiempo de decidir sólo de conducir, viajando en mi cadillac el dorado, color vino tinto, sin dormir, en aquel hotel hice la parada, sin un sueño, para que dormir.

En la cafetería me llamo la atención la tortuga, según cuenta la gente de ese lugar, 150 años tiene de vivir, inmediatamente me acerqué, lanzado su discurso de la vida, cada vez más gente se acercaba sin saber aquellas personas que dentro de su caparazón, tenia escondido el pasado, por supuesto no era suyo si no de aquellas personas que también pasaron por el mismo lugar, me alejé, deteniéndome entre la gente, me preguntó quiero que me lleves, tenía lugar, porqué no hacerlo, ya en la carretera le dejé las llaves de mi cadillac, y tomé el autobús, por qué está vació? – le pregunté al conductor, que me decía que estaba de regreso de la tierra de los dinosaurios.

Cómo es aquel lugar, le pregunté, el camino era largo, además no tenía el en tiempo en mis manos, sólo me habló de huesos, cuando llegamos aquella carretera se termino.

Tenía que caminar a pie, tuve otra ocasión para agradecer a la tortuga, que cuidaría de mi cadillac, era un camino tan pequeño, con la ayuda de una araña lo atravesé.

Te agradezco por ayudarme a abandonar las lágrimas, y así poder unirme al mar… le decía a aquel camino, derramando la última gota.