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LA LUNA, estaba en su cuarto creciente cuando EL GALLO canto tres veces, el amanecer llegó con EL SOL radiante.
Adentro del burdel LA DAMA meretriz del lugar aun dormía.
Afuera EL BORRACHO, con las manos temblorosas y el cogote seco de la resaca anterior esperaba que abrieran el bendito cuchitril.
En EL PINO de enfrente, LA ARANA tejía su nido con el roció mañanero, mientras LA RANA no dejaba de croar.
EL MUSICO que a duras penas podía moverse, se levanto del viejo piano y se dirigió al bar por LA BOTELLA de aguardiente.

Bebió apresuradamente. No recordaba nada de la noche anterior. Afuera EL MUNDO seguía su macha.
Le dio un mordisco a LA PERA en el mostrador y subió por LA ESCALERA al dormitorio en el segundo nivel.

No había pisado el ultimo escalón cuando sintió un piquete en el pie descalzo que lo hizo caer de bruces, EL ALACRAN grande y negro, sintió el pisotón y atacó.

Trató de matarlo pero fue imposible. Otro piquete mas… Sintió que la lengua se le dormía, un sudor frió corrió por su frente, quiso gritar no pudo, quedó tirado con espasmos de dolor…

El CATRIN cantinero del lugar que a esa hora llegaba abrir, sigilosamente lo hizo, con sumo cuidado. Atravesó el salón. Ese día tenia pensado realizar su malvado plan.

Subió al segundo nivel y casi se le escapa un grito de terror al ver a su compañero de trabajo tirado.

Se agacho para tomarle el pulso, y se dio cuenta que estaba muerto, no lo pensó dos veces y lo arrastró hasta la habitación de la dueña.
Aprovechando que esta dormía tomó LA CORONA de diamantes que guardaba celosamente en un baúl.

Vio que se movió por el ruido que había hecho, deposito aquel hermoso tesoro y quitó de la pared LAS JARAS que estaban colgadas, se acercó a ella y de un certero golpe se las clavo en el cuerpo, un quejido sordo y profundo se dejó escuchar. Rápidamente agarró el cadáver del hombre y lo lanzo sobre ella.

Salió huyendo con el tesoro escondido. A su paso quebró LA MACETA de EL NOPAL más antiguo que estaba al final del pasillo.
Ese día LA MUERTE andaba de suerte…

La noticia se regó por todo el pueblo. Las autoridades Llegaron al lugar y empezó la investigación. EL NEGRITO que estaba a cargo de la misma era nada mas y nada menos que el Detective Macias Glover, simpático y juguetón, pero EL DIABLO para esos menesteres. No se le iba nada, ni nadie de las manos.

Esos eran los casos que más le gustaban, es decir, su mero “Mole”…

Llegó al lugar de los hechos con su traje negro, camisa roja y con LA ROSA en la solapa. Revisó la escena del crimen palmo a palmo. Miró los cuerpos atravesados por los metales, no le gusto nada aquello, movió la cabeza de un lado a otro.

– ¡Este crimen no es pasional! ¡Es un vil robo! – Comento, mostrando sus blancos dientes y blanqueando los ojos…

Recorrió con la vista lentamente las paredes llenas de cuadros al óleo mal pintados, le llamó la atención EL MELON partido en cruz, sin firma y sin terminar de pintar, igual que LA PERA partida por la mitad, fotos arruinadas por el tiempo, una Santa Cena por allá, dibujos a crayón, Ángeles y demonios en blanco y negro y a color. Era un santuario de mal gusto todo aquello…

Miró el viejo baúl, lo abrió, había joyas en cantidad, pedazos de oro, monedas antiguas y todo estaba en orden, excepto una caja de vidrio vacía. ¿Que podía haber estado guardado dentro de esa caja?

Recorrió otra vez, la habitación tratando de hallar alguna pista. Sus ojos se posaron en una imagen de la Virgen de Fátima, que se le estaba cayendo el pelo.

– ¿Acaso es esta la imagen de la virgen que robaron en la Parroquia del pueblo? –preguntó.
– Así parece – Respondió el Sargento, – Pero le falta la corona.

– Maldición eso era lo de valor que robaron, estaba guardada dentro del baúl.

Abandonó el lugar deprisa. Se dirigió a la Parroquia a buscar otras pistas o al causante de tan horrendo crimen…

En la entrada estaba el cura párroco despidiendo a una familia.
– Monseñor buenas tardes.
– Tan solo cura hijo mío.
– ¿Pero algún día llegará o no?
– Con la venia de Dios quizá. ¿Y puedo saber que buscas en la casa del Señor?
– Un milagro para esclarecer un caso
– Los milagros se obran en los corazones de las gentes hijo.
– ¿Señor obispo?
– Cura hijo, cura.
– Ya llegara su eminencia. Quiero hacerle una pregunta, quien es el sacristán de la
Iglesia?
– Es el hombre más probo y bueno de nuestra congregación.
– Hasta no ver no creer dijo algún santo.
– Por que lo preguntas, mi hereje amigo.
– Una mala corazonada su santidad.
– Cura nada mas, sin superlativos.
– Y puedo saber donde ese angelito venido a la tierra en forma humana.
– No te burles de un ser humano como tu. A estas horas estará limpiando la sacristía.
– ¿Puedo pasar y hacerle unas preguntas?
– ¿Ha hecho algo malo?
– Puede ser. Nada es lo que parece cardenal.
– ¡Obispo hijo!… Digo cura, cura! Ya me confundiste…

Entró hasta la sacristía y allí estaba el susodicho, quien al ver al Detective
cambió el semblante. Nervioso pasó todo aquel interrogatorio que duró varias
horas.

– Será prudente que responda con la verdad, estamos en la casa de Dios y uno de sus mandamientos es no mentiras ¿Verdad?… – Bien por ultima vez, robaste La corona de la Virgen, ¿si o no? – Estas palabras las hizo casi gritando

– No la robe solo la puse donde correspondía.
– ¡Por fin Dios! ¡ Milagro! Confesó. Y por eso mataste a la dama y al músico también?

– Ellos eran herejes y sostenían un romance a mis espaldas.

– Y que pito tocabas en esa banda? Era algo de la occisa hoy difunta?

– Era mi….

– ¡No le digas si no quieres hijo! – Grito el Cura entrando.

– No lo encubra Papa, que se puede ir preso también.

– Soy cura y si es posible me voy preso con el, con los Santos, los Ángeles y
Los Arcángeles, y con toda la congregación si es posible.

– Ya se mando Altísimo. Si son culpables me los llevo, hasta que se aclare todo, y
en cuenta hasta las Once Mil Virgencitas, al cabo juntitos en la cárcel caben todos.

Agarró por el brazo al Catrín, cantinero y sacristán de la iglesia, lo condujo hasta la Delegación de Policía.

– Aquí esta el causante del robo y del horripilante crimen en el “bar el Trancazo”.

– ¡Qué bárbaro! Resolvió el caso en un día Detective Glover, -comentó el Comandante y jefe, – Es usted un As, como quien dice se saco la Lotería. Todos aplaudieron la hazaña.

– Solo me faltan un par de cartas para completarla -dijo, saludando con la mano y retirándose del lugar.

Se dirigió al canal. La tarde caía pesadamente. Se subió a LA CHALUPA para dar una vuelta, relajarse y tratar de olvidar lo acontecido…

EL ARBOL plantado dentro el canal, mecía sus frondosas ramas. Lo vio y esbozo una sonrisa, había cumplido. Se acomodó plácidamente, metió la mano al agua y cerró los ojos para descansar. A lo lejos la ciudad comenzaba a oscurecer.

Autor: Otto Fernández

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