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En algún pasaje de la magistral novela de Mario Vargas Llosa Conversación en La Catedral (1969), su personaje principal Zabalita pregunta “¿En qué momento se jodió el Perú?”. Esa pregunta deberían hacérsela todos aquellos que viven en países que se encuentran en una mala situación. La reflexión viene a cuento porque hace unos días recibí de manera indirecta un breve mensaje de la filósofa y economista colombiana Gloria Gaitán. Gloria es todo un personaje, es la hija del gran líder populista colombiano Jorge Eliecer Gaitán. Además de sus méritos políticos y académicos, cuenta con una historia de vida envidiable. Baste decir que desde 2007 sabemos por su propio testimonio que tuvo una relación sentimental con el presidente Salvador Allende. Gloria era asesora económica de Allende y tuvo que salir huyendo de Chile con un hijo del prócer en sus entrañas. Infortunadamente este hijo finalmente no llegaría a nacer por causas naturales.

El motivo de la comunicación que me ha hecho llegar Gloria son los artículos que escribí sobre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, los cuales han sido publicados también en las revistas Rebelión y Connuestramérica. Su opinión es que las raíces del conflicto interno colombiano no están en 1948 cuando su padre fue asesinado, sino en 1946 cuando las bases gaitanistas empezaron a ser asesinadas en Boyacá. Le he respondido que pese a lo infame y doloroso de estos hechos, no tuvieron la repercusión que tuvo el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948. El mismo provocaría una sublevación en Bogotá que se conoce como el bogotazo. El asesinato de Gaitán, una estupidez política además de un crimen, iniciaría la violencia desmedida que ha vivido Colombia desde entonces. Igual pregunta a la de Zabalita nos deberíamos hacer en el caso de otros países de América latina, atendiendo a que su nivel de deterioro es diferenciado: ¿en qué momento se jodieron México, Haití, Guatemala y todos los que a esta lista se sumen? Haití inició su tragedia social cuando la revolución de independencia culminada en 1804 desarticuló la economía basada en la esclavitud. A esto se sumó el aislamiento internacional a la que fue sometido el país por las potencias colonialistas quienes no aceptaron que un país fuera dirigido por antiguos esclavos negros. Me queda claro que la descomposición de México se inicia con el desmantelamiento a partir de 1982 del proyecto nacionalista revolucionario de la revolución mexicana. A ello hay que agregar ahora la errónea política contra el narcotráfico del gobierno de Calderón (2006-2012) que ha sumido al país en un mar de sangre.

En el caso de Guatemala, la pregunta ha sido hecha y debatida por quienes somos los coordinadores de la colección en cinco tomos de Historia Reciente de Guatemala, que ha sido auspiciada por la FLACSO de este país. La tragedia de Guatemala, de la que no sale todavía, comenzó con la contrarrevolución de 1954 que derrocó a Arbenz. La derecha ha dicho que en realidad comenzó con la muerte del jefe de las fuerzas armadas coronel Francisco Javier Arana en 1949. En ese caso podríamos decir que comenzó con los 50 complots que tuvo que enfrentar el primer gobierno de la revolución, el de Juan José Arévalo (1945-1951). Uno de ellos culminaría con la muerte del coronel Arana al resistirse a su arresto.

Hay coyunturas que salvan y arruinan en el largo plazo la vida de los pueblos. Acaso una buena manera de empezar a componer lo que está arruinado, sea el identificar aquellos momentos cruciales y las causas que los generaron, para poder establecer un programa de reconstrucción nacional.

¿Podremos algún día juntar la voluntad política para hacerlo?

La tragedia de Guatemala, de la que no sale todavía, comenzó con la contrarrevolución de 1954 que derrocó a Arbenz. La derecha ha dicho que en realidad comenzó con la muerte del jefe de las fuerzas armadas coronel Francisco Javier Arana en 1949. En ese caso podríamos decir que comenzó con los 50 complots que tuvo que enfrentar el primer gobierno de la revolución, el de Juan José Arévalo (1945-1951). Uno de ellos culminaría con la muerte del coronel Arana al resistirse a su arresto.

Carlos Figueroa Ibarra
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