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¿Cuál democracia queremos?

Edelberto Torres-Rivas

Existe una lista discreta de las democracias políticas funcionando en América Latina, con sus estructuras ajustadas y sus instituciones movilizando a la masa ciudadana. Son importantes las instituciones políticas porque desde que se escucharon los tiempos posibles de la democracia se ha revelado su papel durante las crisis. Las instituciones son pautas regularizadas de interacción que son conocidas, practicadas y regularmente aceptadas (aunque no necesariamente aprobadas) por agentes sociales que mantienen la expectativa de seguir actuando. Las crisis políticas que hemos sufrido debilitan el cuerpo social más fácilmente cuando se crean o recrean en países que ya tienen experiencias autoritarias. Son autarquías o grupos de militares que juntos concentran mucho poder político.

La definición constitucional señala la calidad democrática del país y con base en el reconocimiento formal se realizan los actos de gobierno. No han sido muchas las oportunidades de ruptura del tejido político-cultural del sistema a través del cual pudieran colarse fuerzas democráticas subversivas.

El primer escenario político fue el juego de la conquista en donde hombres distintos, con otro dios y otro rey, conquistaron tierras y hombres. Y, utilizando la violencia, establecieron las reglas del nuevo Estado. Con el tiempo se fueron consolidando lo que llamamos el Estado liberal, la sociedad colonial, y la democracia que se quedaron a la espera de la fuga del Cuervo.

Todo lo anterior tal vez nos sirve para entender el tipo de dominación con la cual nos estamos conformando. Solo en breves momentos de la historia hemos experimentado respiros democráticos. Fueron diez (1945-54) años separados por una guerra civil. Diez años de una democracia revolucionaria. Y luego, nos tocó un modelo desgastado de democracia liberal. Antes dictadura personal y después dictadura militar, el tipo de regímenes como el de 1963.

En 1986 las puertas de los cuarteles se abrieron para ceder la dirección de lo político a los sujetos políticos: los partidos y el sistema electoral. Para llamar las cosas con un buen nombre, lo que los militares les cedieron a sus primos, los civiles, fue un régimen político liberal que aún puede ser plural e inclusivo. En otras palabras, a una democracia permisiva, incluyente, que pueda satisfacer los requisitos que conforman la poliarquía (Dahl) como la aplican corrientemente. El alcance de una institución es el grado en que incorpora y excluye al conjunto de agentes potencialmente relevantes. La meta a lograr es una democracia (un Estado) representativa.

Hay virtudes o cualidades que en su desarrollo la democracia puede incorporar, algunas de la cuales son asociadas a la modernidad. El mejor ejemplo que se puede poner para Guatemala es la iniciativa en el interior de un proyecto decidido de cambio de estimular o rechazar de plano, si es el caso, la realización de los tres principios siguientes por parte de los funcionarios in extenso. Esos principios son: el patrimonialismo, el personalismo y la corrupción.

Las prácticas patrimoniales están agazapadas en el alma de todos (campesinos o trabajadores, sean gerentes o licenciados) y Guatemala es un hermoso ejemplo de prácticas patrimoniales en todos los órdenes y actividad civil. El personalismo se parece, pero como delito conviene distinguirlo, el famoso tráfico de influencias es un ejemplo reiterado en la vida política guatemalteca. Y la corrupción, como el mayor delito en la vida pública nacional.

La pregunta que con ánimo comparativo nos hacemos es si Guatemala es una República libre, soberana, independiente, laica, democrática, multiétnica. ¿Marcará la diferencia 2019 con una democracia nueva, construida no solo por hombres libres sino por ciudadanos? Ciudadano es el hombre o mujer conscientes de tener derechos y obligaciones y que los ejerce por el bien propio y colectivo.

Si esto no sucediera… aquí solo resta decir que hay que tener listo el pasaporte.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/domingo/2018/09/16/cual-democracia-queremos/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Edelberto Torres-Rivas