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Ciudadanía apática y cansada

Ricardo Barrientos

Una ciudadanía pasiva, apática y cansada es el sueño dorado de todo corrupto. Y en Guatemala le estamos regalando ese sueño dorado al pacto de corruptos.

Al pacto de corruptos se le está acabando el tiempo. Para sus integrantes, la posibilidad de que el control demócrata del Congreso estadounidense a partir de enero de 2019 signifique perder los apoyos que han recibido de la administración Trump (o el poder mismo a partir de enero de 2020 tras una derrota electoral) es un peligro gravísimo. Sus plazos corto y mediano están enmarcados en una lucha obligada y desesperada entre la cárcel y la impunidad, la cual cada vez es más desesperada. Y conforme pasa el tiempo serán cada vez menos cuidadosos.

Prueba de esto es que sus acciones son cada vez más descaradas y temerarias. El manoseo y la introducción en el presupuesto de 2019 de bolsones para la corrupción, el incremento absurdo y ofensivo en la asignación para el Ejército y el castigo a entidades como la Universidad de San Carlos de Guatemala, el Ministerio Público o el Procurador de los Derechos Humanos son solo unos ejemplos de muchos, los más recientes y escandalosos. Normalmente estos escándalos generarían poderosas reacciones ciudadanas de rechazo enérgico, que incluso podrían revertirlos, tal y como ocurrió en septiembre de 2017.

Sin embargo, la ciudadanía guatemalteca está demostrando pereza, pasividad y apatía, en el mejor de los casos explicada por cansancio por tanta lucha sin beneficio aparente o  palpable. Y en el peor de los casos, por conformismo o simple reconocimiento de culpa, ya que, al final del día, Jimmy Morales y los diputados fueron elegidos por mayoría de voto popular, de la misma forma en que fueron elegidos Otto Pérez, Roxana Baldetti y su gavilla.

Empeoran gravemente las cosas el egoísmo y el interés sectorial ciego. Vergüenza ajena e indignación profunda causaron la conferencia y el comunicado de prensa del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), ya que lo único que lograron sus miembros es confirmar lo que históricamente siempre se les ha señalado: que, contrario a su discurso, en realidad no piensan ni actúan por Guatemala, sino solo por sus intereses y su conveniencia. Cambiaron su discurso de rechazo a las reformas al sector justicia y ahora las exigen solo porque ayer no le convenía y hoy sí, pues su nene consentido, Carlos Vielmann, es acusado por un crimen distinto a aquel por el que ya se le juzgó. Retornan así a la categoría de dinosaurios históricos renuentes a abandonar la mentalidad finquera racista, en la cual la explotación y la limpieza social son la norma cotidiana del negocio, y alimentan con sobrada razón la visión de que quizá nunca salieron de ese triásico.

Los desmanes descarados del pacto de corruptos están siendo permitidos entonces por la pereza, la pasividad y la apatía de la ciudadanía y se ven agravados por posiciones retrógradas, anacrónicas y terriblemente equivocadas de la cúpula empresarial. ¡Un regalo para el pacto de corruptos que ni este se esperaba!

Sin embargo, guardo la esperanza de que semejante situación pueda enmendarse más pronto que tarde. Primero, como quedó demostrado en 2015, puede que la guatemalteca sea una ciudadanía cansada y harta de tanta cosa, pero no es babosa y sí tiene una preferencia por la honestidad y las cosas bien hechas. Segundo, la gran mayoría de los empresarios no son como la cúpula actual del Cacif. Son honestos y sí quieren a Guatemala. No son racistas ni basan su negocio en la explotación de otros. Tampoco tienen interés en andar mimando a un matón como Carlos Vielmann ni venden barata su decencia apoyando o criticando a Jimmy Morales según les convenga.

Fuente: [http://plazapublica.com.gt/content/ciudadania-apatica-y-cansada]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

José Ricardo Barrientos Quezada
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