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Citas infames

Entretenido ejercicio de desconstrucción de sofismas neoliberales.

Afirmar que “Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado, otra persona trabajó por ello sin recibirlo” es cierto si se acepta que la persona que laboró es el trabajador manual, pues él es el único productor directo de riqueza, ya que ésta es objetual y no abstracta (como sí lo es su símbolo el dinero). Pero si se piensa (como la autora de la cita) que es el dueño de la empresa quien trabaja para que otros reciban sin laborar lo que él paga en impuestos, se falsea la producción de riqueza porque se la adjudica al intelecto del empresario y no a las manos del productor de mercancías, y ya sabemos que la riqueza es objetual o no es. El trabajador intelectual es improductivo: sólo despliega servicios que se pagan con la riqueza creada por los trabajadores manuales.

Afirmar que “El gobierno no puede dar nada a nadie si antes no se lo ha quitado a alguien más” es cierto porque el gobierno sólo accede al dinero cobrando impuestos. Lo que falta decir es que el valor de esos impuestos es producido por los trabajadores manuales en forma de mercancías, y que la mayor parte de esa riqueza se la apropia el dueño de la empresa, pues a su empleado le paga un salario por una jornada durante la cual éste produce tres, cuatro o cinco veces más riqueza que la contenida en el pago que recibe. Lo que el empresario paga al gobierno en impuestos no ha sido producido por él sino por el trabajador manual, quien merece una restitución en forma de servicios públicos.

Afirmar que “Cuando el 50% de la gente decida no trabajar porque la otra mitad está obligada a encargarse de ella, y cuando este 50% decida que no vale la pena trabajar porque los otros le quitarán lo que ha logrado con su esfuerzo, ese es el fin de cualquier nación”, sólo es cierto si la mitad que decida que no vale la pena trabajar porque otros le quitarán lo que ha logrado con su esfuerzo es la trabajadora manual. Si se piensa (como la autora de la cita) que es la mitad empresarial, el juicio es falso porque ésta es improductiva y menor que la otra. Las “mitades” (de la autora) nunca son equivalentes.

Afirmar que “El capitalismo es el único sistema en la historia en el cual la riqueza no se adquiere mediante saqueo, sino mediante producción; no por la fuerza, sino mediante el comercio”, implica ignorar que el sistema existe gracias a la expoliación del oro de América –el cual sirvió de respaldo bancario para el despegue de la revolución industrial–; a la explotación de la mano de obra africana y americana –que lo surtió de materia prima–; y –en las fábricas– a una larga fase de extracción de plusvalía absoluta: esa que surge del alargamiento de la jornada laboral y de los salarios por debajo de las necesidades básicas. La acumulación mercantil no bastó. Hizo falta el saqueo y la fuerza.

Alabar al capitalismo por ser “el único sistema que defiende el derecho de los hombres a su propio criterio, a su trabajo, a su vida, a sí mismos” es ignorar que el derecho individual surge de que el sistema necesitó de trabajadores dispersos y desorganizados, y que por ello aplicó su legislación a un individuo “libre” para vender su única posesión: la fuerza de trabajo.

Las citas infames son de Ayn Rand, señora que padeció de incontinencia escritural, por lo que perpetró dos abultadas novelas y otros textos doctrinales que –Jehová es grande– duermen el sueño plomizo de la mala literatura.

 

Mario Roberto Morales
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