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Carta Sin Destinatario

El alma se me escurre por las manos en forma

de versos que dejan de ser míos y no se a donde van…

Son pensamientos de humo, sentimientos de papel,

que no llegan a ser poesía, ni comparten la virtud de la prosa.

Mas son versos escritos con el plasma de la vida tomado

de donde sangran mis heridas…

Es cada verso una expresión de esa respiración con la que se

hinchan mis pulmones para apropiarse de los aromas de la vida.

Son versos que nacen en las vigilias donde me acompaña la soledad,

en esos arrebatos de nostalgias recurrentes que se fugan de mi mente

y van a parar al corazón…

Son fruto del sudor que es producto del afán y constancia

no de esa actitud de ignorancia de “sudar calenturas ajenas”,

sabiendo que todo es temporal que fielmente nada se repite,

dejando que brote la esperanza de que hoy se puede hacer algo

para desmanchar la camisa de los errores del pasado sin que estos

pasen a ser olvidados para que luego no volvamos a repetir de

diferente forma la misma historia.

Hoy cuando aun es lucida mi memoria y es fácil hacer referencias del pasado

sin vivir en el atrapado, mirando hacia hoy porque el mañana es una promesa

que cruza los dedos sin que nos demos cuenta.

En esta edad de las sospechas… Cuando descubres que la responsable de tu

ignorancia es tu propia educación…

Cuando te das cuenta que han moldeado tus ideas a base de repetición,

cuando sabes que ya no puedes escudarte en los errores ajenos porque

pasan a ser venenos de la creatividad y la imaginación.

Hoy es cuando te das cuenta que alguien debió escribirte esta carta

y mandártela hace veinte años…

Firma:  ¡El que ignoraste!

Autor: Oxwell Lbu.