Distinguidos Miembros del Consejo Superior Universitario:
Los abajo firmantes, profesionales egresados de la USAC o ex estudiantes de la misma que por diversas razones nos hemos visto obligados a dejar nuestro país y residir en el extranjero, queremos hacerles llegar nuestras opiniones ante la crisis que estalló con la toma de las instalaciones universitarias por parte de los Estudiantes por la Autonomía (EPA).
Coincidimos con lo expresado en diversos pronunciamientos que nos han llegado por varias vías, incluidos los abundantes mensajes en el Internet, que señalan que esta crisis punctual no es más que la fase más reciente de la profunda crisis global que ha envuelto a la Universidad de San Carlos de Guatemala desde que el Estado guatemalteco la reprimió violentamente en los decenios de 1970 y 1980. De hecho, muchos de nosotros somos exiliados que debimos escapar a la muerte junto con nuestras familias. Esa crisis es también consecuencia de la condición de casi Estado fallido que Guatemala ha alcanzado en los años recientes.
Son numerosas y sumamente preocupantes las críticas a la USAC que se han venido formulando desde hace muchos años y lamentamos que, luego de la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera de 1996, nuestra universidad nacional y autónoma, en vez de recuperarse y retomar su rumbo, haya ido perdiendo, por el contrario, la calidad académica, los valores éticos, el funcionamiento democrático y el cumplimiento fiel del mandato constitucional otorgado por la Revolución de Octubre de 1944. Junto a ello, ha ido perdiendo también su autonomía, permitiendo que fuerzas ajenas a la USAC intevengan a su interior para buscar la satisfacción de sus intereses particulares.
Este cuadro de deterioro constante ha hecho que muchos universitarios se hayan alejado de la USAC y hayan buscado el desempeño de sus compromisos con la docencia y la investigación en otras universidades o instituciones. También ha hecho que la base de apoyo para la USAC se haya ido socavando, haciéndose cada día más vulnerable a las amenazas de quienes no creen en el concepto de universidad nacional y autónoma y desearían intervenirla y privatizarla. La violación a la autonomía universitaria que la Corte de Constitucionalidad realizó con su disposición de cambiar la modalidad de elección de vocales I y II de Junta Directiva de Facultad no hubiese sido posible jamás en los tiempos en que la USAC contaba con el apoyo firme del movimiento social y la sociedad civil. Por esta razón, vemos con grandes esperanzas la solidaridad que el movimiento social empieza a brindar nuevamente al movimiento estudiantil; es positivo para la USAC y para el país.
Desde luego, afirmamos que no desconocemos el arduo trabajo y la lucha enérgica que valiosos universitarios han ido dando al interior de la USAC durante muchos años y, cada cuatro años, nos entusiasmamos con un nuevo proyecto de universidad presentado por candidatos a Rector que ofrecen modificar la situación de nuestra universidad, o con proyectos a ser desarrollados en las unidades académicas, algunos de ellos verdaderamente novedosos. No obstante la inercia de una institución que ha perdido la brújula hace que esos proyectos no se hayan concretado en los últimos treinta años. Por ello, independientemente de que las aguas universitarias se partan en dos, con grupos apoyando a las autoridades, por un lado, y otros grupos apoyando la renovada lucha estudiantil, por el otro, vemos las acciones de EPA y su impacto en la universidad y la sociedad civil como la primera señal positiva para cambiar el quéhacer universitario.
El reto es ahora para la comunidad universitaria en su conjunto –en la que debemos estar incluidos autoridades, docentes, investigadores, estudiantes, trabajadores administrativos y de servicios, profesionales en programas de extensión y servicios y egresados– de formular mediante el diálogo y la búsqueda del consenso una propuesta de universidad nacional y autónoma para el Siglo XXI. Nosotros reclamamos nuestro derecho a participar en este gran esfuerzo, deseosos de aportar las experiencias adquiridas en otros países. Creemos que el Congreso de Reforma Universitaria, propuesto por EPA y aceptado por el CSU, debe convertirse en el programa inmediato para aprovechar esta oportunidad histórica.
Para que este Congreso de Reforma pueda ser efectivo y supere los conatos de violencia que algunos sectores han desatado y las amenazas extrauniversitarias, las causas que llevaron al conflicto deben ser removidas. Las medidas que afectan los intereses estudiantiles deben ser eliminadas o suspendidas, a la espera de que el Congreso proponga las mejores formas de enfrentar la completa y compleja problemática universitaria. Quizás lo más difícil sea sortear el dictamen de la Corte de Constitucionalidad. Nosotros creemos que en ese punto debemos ser intransigentes; no podemos aceptar que el principio de la autonomía sea violado, ni siquiera por la Corte de Constitucionalidad. Cualquier intento de solución que apunte a aceptar la elección de vocales I y II en la forma convocada por el CSU, debe ser rechazado. Nosotros nos sumaríamos a la presentación de un recurso de inconstitucionalidad a una elección que en la forma convocada sería ilegal –sin sustento en la Ley Orgánica– y contraria a los derechos humanos. Un principio básico del derecho internacional es que, en materia de derechos, la ley no puede ser retroactiva y el derecho de los estudiantes a elegir a esos vocales, concedido por la Revolución de Octubre y ejercido durante más de 6 decenios, es base suficiente para llevar el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
El CSU tiene un papel fundamental qué jugar: la defensa firme de la autonomía universitaria y la promoción de la reforma universitaria. El CSU debe encabezar el movimiento de toda la universidad, posiblemente con una marcha de dimensiones no vistas en los últimos 30 años, que transcurra desde la ciudad universitaria hasta la sede de la Corte de Constitucionalidad, para manifestar ante ésta que es imposible proceder a elecciones de vocales I y II de Junta Directiva de Facultad en la forma sugerida por dicha Corte y para exigir que la misma modifique su dictamen, en pleno respeto a la Constitución y el orden legal que rige para la USAC. En segundo lugar, con los testigos de honor que los acontecimientos ameritan, el CSU debe convocar al proceso de reforma universitaria. Solamente de esta forma, el órgano de dirección de la USAC cumplirá su función histórica y recuperará la dignidad de nuestra tricentenaria y heroica universidad.
Atentamente,
Firmas de egresados y ex estudiantes de la USAC
NOTA: Si te encuentas en el extranjero y estudiaste en la USAC te invitamos a adherirte a la firma de este documento enviando un email con tu nombre a admin@narravitayensayoguatemaltecos.com. EL correo deberá enviarse antes del 15 de septiembre. Nosotros lo haremos llegar a los promotores de esta iniciativa.
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