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Calores

Gerardo Guinea Diez

Hace unos años empezó a usarse el adjetivo “ecohistéricos”, para referirse a aquellas personas que advertían sobre el evidente deterioro ambiental del planeta. El calificativo, agresivo e ideológico, pretendía el escarnio público de los ambientalistas. Ahora, y más allá de los múltiples y documentados estudios científicos, sabemos que no estaban errados quienes elevaron su voz y han dedicado su vida y energía a la lucha conservacionista.

Cuánta razón tiene JL Perdomo Orellana al señalar que vivimos en “puros calores escuintlecos”. La temperatura se disparó y los días y noches parecen el infierno y nosotros, criaturas de hábitos nocturnos. Los científicos ofrecen respuestas puntuales a ese fenómeno, y es que estamos pagando caro la pérdida masiva de bosques, la contaminación por basura, petróleo, plástico en los mares, entre otras notables tragedias provocadas por el ser humano.

En un informe de la NASA dado a conocer la semana pasada, los científicos dieron la voz de alarma por la aceleración del calentamiento en 2016. En los cuatro primeros meses del año se establecieron nuevos récords, y abril fue el más caluroso registrado en el último siglo, con un aumento global de las temperaturas de 1.1 grados en relación con la media entre 1951 y 1980.

En ese sentido, el meteorólogo Eric Holthaus dice que “el 25% del aumento de las temperaturas desde la era industrial se ha producido prácticamente en el último año”. Agrega que “da miedo lo que está ocurriendo. Estamos llegando a un punto en el que no sabemos qué va a ocurrir. Sabíamos que El Niño iba a tener un impacto este año, pero no esperábamos un salto así”.

El científico australiano Andy Pitman afirma que El Niño (el calentamiento cíclico de las aguas del Pacífico oriental ecuatorial) no es tan intenso este año y la responsabilidad recae en las emisiones de gases invernadero.

“Lo preocupante es la escala con la que están rompiendo los récords”, expone Pitman. “Los científicos llevamos advirtiendo desde 1980 que algo así podía pasar, y está siendo bastante obvio desde principios de siglo… Está claro que vamos en la dirección equivocada”.

Resulta agotador leer las predicciones de los científicos. Por donde se vea, las advertencias son apocalípticas. Stefan Rahmstorf, del Postdam Institute, asegura que entramos en emergencia climática, y añade: “es algo realmente sorprendente: nunca se había producido un salto tan espectacular en las temperaturas de un solo mes”.

Así, si cotejamos esos datos con lo que sucede en Zacapa, por ejemplo, bien podríamos entender la dimensión de lo que sucede: 41 grados y 49 de sensación térmica. Claro, existe otro dato que asusta más que todos: “En 15 años, el hielo puede desaparecer por completo en el verano en el Polo Norte”, manifestó Volker Liebig, director del Programa de Observación de la Tierra de la Agencia Espacial Europea (ESA). Además, el satélite Cryosat envió información que confirma que la superficie de hielo de la Tierra se ha reducido a más de la mitad desde el año 1980: de siete millones a tres millones de kilómetros cuadrados, con una alarmante pérdida de volumen tanto en Groenlandia como en la Antártida.

Así las cosas, los pájaros cantan al mundo sin esperanza y nosotros vemos al cielo para descubrir los bosques milenarios de los que tanto hablaba Mario Payeras en Latitud de la flor y el granizo.

“El 25% del aumento de las temperaturas desde la era industrial se ha producido prácticamente en el último año”.

Fuente: [http://www.s21.gt/2016/05/calores/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Gerardo Guinea Diez
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