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Buscando paz en la impunidad III

El 2 de agosto de 1954, Carlos Castillo Armas declaró que se había logrado el objetivo de “liberar a Guatemala de la esclavitud comunista.

María Aguilar

Uno de los principales errores cuando se abordan las violencias del Estado durante la época del conflicto armado es centrarlas en los gobiernos de Romeo Lucas García y Efraín Ríos Montt. El rol de ambos militares fue fundamental en la transformación de las campañas militares, las cuales se tornaron más perversas y crueles al incluir en las filas de las fuerzas de seguridad no solo a jóvenes indígenas reclutados forzosamente por el ejército, como era costumbre, sino además, enfocarse en el rompimiento total del tejido social de comunidades al forzar a hombres a realizar patrullajes en contra de sus propios hermanos y vecinos al crear las Patrullas de Autodefensa Civil, PAC. Hasta el momento, las consecuencias de esos procesos de división, militarización comunitaria y distorsión  de algunos conflictos históricos, existentes entre comunidades, aún no han sido analizados en su complejidad.

Sin embargo, al pensar en los orígenes de la violencia del conflicto, además, de ir de la mano de un análisis del racismo y la tenencia de la tierra, debe centrarse fundamentalmente en la época de la Contrarrevolución. A partir del golpe de 1954 y durante el periodo de la Contrarrevolución se comenzó a moldear la noción de que el enemigo interno era el comunismo. En años posteriores, el Estado militar sostenido por las elites, transformaría la definición para sostener sus intereses, al mismo tiempo que, tergiversó la definición de “democracia”.

El 2 de agosto de 1954, Carlos Castillo Armas declaró que se había logrado el objetivo de “liberar a Guatemala de la esclavitud comunista.” Por su lado, el partido de gobierno, el Movimiento Democrático Nacionalista, con Mario Sandoval Alarcón a la cabeza, en 1956 expresó que uno de los errores de la “liberación” fue, no “barrer a sus adversarios, para siempre y en su totalidad, a sangre y a fuego, como lo merecían.” Por lo tanto, “el tiempo de la misericordia ha terminado; comienza, señores, el de la defensa efectiva de la democracia […] y daremos al enemigo, a partir de esta fecha la batalla que reclame.” Argumentando que sus acciones no podrían ser catalogadas como despotismo, dictadura o tiranía, porque eran acciones en defensa de la paz, la libertad y las instituciones.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/11/27/buscando-paz-en-la-impunidad-iii/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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