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Carlos Figueroa Ibarra

Es prematuro aventurar cuál será la suerte de Bernie Sanders en la contienda interna por la candidatura presidencial del Partido Demócrata en los Estados Unidos de América. Lo que acontezca el próximo martes 3 de marzo -“super martes” por realizarse elecciones primarias en 14 estados-, será un indicador de  quien se enfrentaría a Trump el próximo 3 de noviembre. El senador  Sanders  no tiene empacho en autocalificarse como “socialista” y con esa bandera ha obtenido el triunfo en las primarias de New Hampshire y Nevada y un cercanísimo segundo lugar en las de Iowa. En el caucus del próximo sábado en Carolina del Sur probable ganador será el vicepresidente Joe Biden, quien  no ha tenido mucha suerte en las primarias realizadas hasta ahora. Se espera que siendo éste estado uno con una población afrodescendiente grande, le vaya bien pues Biden cuenta con apoyo en la comunidad negra estadounidense.

Llama poderosamente la atención que Sanders esté considerado hasta este momento como el candidato demócrata que más probabilidades  tendría de ganarle a Trump en las presidenciales. El fracaso neoliberal en EUA ha generado un descontento hacia la derecha capitalizado por el actual presidente y un malestar  hacia la izquierda que ha beneficiado a Sanders. El paso firme de Sanders se ha evidenciado en los debates que han sostenido los precandidatos demócratas, en donde él ha sido el blanco principal de los ataques. Biden  ha llamado a no elegir de nuevo a un plutócrata (Michael Bloomberg cuya fortuna asciende a 64,000 millones de dólares) o a un socialista (Sanders). Y Bloomberg ha ido más allá en sus ataques a Sanders: “No vamos a tirar el capitalismo. Otros países lo intentaron. Se llamó comunismo y simplemente no funcionó”. Trump simplemente lo llama “el loco Bernie”. En la guerra sucia anticomunista coinciden el establishment neoliberal del Partido Demócrata y el neofascista Trump.

¿Bernie Sanders comunista? Estos ataques no son más que la reedición de la vieja guerra fría y los trasnochados ataques anticomunistas que Washington y la ultraderecha propiciaron contra Arbenz en la Guatemala de 1954. Ahora resulta que Mario Vargas Llosa ha dicho que Arbenz no era comunista. Demasiado tarde y mucha sangre después. Sanders representa una voluntad posneoliberal moderada ante las consecuencias nefastas del fundamentalismo de mercado impulsado por Demócratas y Republicanos a partir de la presidencia de Ronald Reagan. Y en esa voluntad posneoliberal, Sanders se encuentra muy cercano a Andrés Manuel López Obrador y muy distante de lo que fuera Hugo Chávez. Sanders busca  entre otras cosas reducir la desigualdad mediante una reforma tributaria, fortalecer la presencia del Estado en salud y educación, crear un seguro de salud universal que quite el monopolio de los abusivos seguros privados, cancelar la deuda de 1,600 millones de dólares de préstamos estudiantiles que hoy castigan a 45 millones, acceso gratuito a educación superior, garantía federal de empleo estable, salario mínimo de 15 dólares la hora, fortalecimiento de los sindicatos, paz internacional y protección ambiental. Eso no es comunismo, recuerda más a Franklin D. Roosevelt que a Karl Marx.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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