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Bebidas gaseosas y engañosas campañas publicitarias

No hay aquí un Estado que restrinja esa abundante publicidad de estos productos con nulo valor nutricional que nos enferman.

Marcela Gereda

Glendy es una niña de doce años, quien recientemente fue diagnosticada con diabetes. Su padre es albañil y su mamá trabaja limpiando una casa de La Antigua, ambos son también diabéticos y entre los tres toman aproximadamente un doble litro de Pepsi, Coca, Super Cola –o cualquiera de sus derivados– al día. Con al menos 48 cucharadas de azúcar, ellos no parecen conocer los efectos del azúcar en sus cuerpos.

Un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud indica que (a pesar de la desnutrición) somos el octavo país de Latinoamérica en donde más se consumen bebidas azucaradas.

En el marco de la apertura de los mercados, vivimos una transición demográfica, dentro de ese crecimiento aparecen nuevos escenarios en la salud de la población. Según diversos estudios, aquí la clase media y baja padecen de altos índices e incidencia de diabetes a causa de la malnutrición. Aquí, la malnutrición y la desnutrición se entrecruzan. Por malnutrición, entre otros componentes, se entiende una dieta enfocada en el consumo de carbohidratos refinados y azúcar (galletas, harinas refinadas, azúcar y edulcorantes artificiales).

El alto consumo de bebidas azucaradas desencadena enfermedades como diabetes, obesidad, caries dentales, gastritis, úlcera péptica o daño renal. Un estudio realizado por el doctor Joaquín Barnoya (Unicar) advierte y analiza cómo el marketing de las transnacionales va enfocado y dirigido para instalarse en el imaginario de los niños.

No importan los valores nutricionales: a las empresas les tiene sin ningún cuidado la salud de Glendy y la de toda la población.

Barnoya afirma que las estadísticas escolares en Guatemala indican que el sobrepeso es más común entre las adolescentes de Institutos públicos en donde uno de cada tres alumnos tiene sobrepeso. La obesidad infantil predispone a los niños a padecer obesidad en la adultez y a padecer toda una diversidad de enfermedades metabólicas como el cáncer, hipertensión arterial, diabetes, etcétera.

Varios estudios demuestran que la publicidad intencionalmente confunde y desinforma a la población para favorecer sus ventas. Ninguna bebida azucarada contiene labels en los que se indique que el consumo excesivo de azúcar está directamente relacionada con la diabetes, obesidad y otras enfermedades. Esto sería un reto imprescindible para el Congreso. Hay países como Inglaterra en los que por ley estas bebidas deben de tener cada año menos azúcar. Pero aquí es la ley de la selva.

Desde la negligencia de las compañías de aguas azucaradas y otras, hay en el mercado una gran cantidad de productos que se nos venden publicitariamente como “saludables”, ello les coloca como industria salvaje que sabiendo lo que hacen lo único que les importa son sus ventas.

Desde el Departamento de Investigación y Docencia de la Unicar, el doctor Barnoya y la licenciada Chacón señalan que la obesidad aumenta el riesgo de enfermedades crónicas, como diabetes e hipertensión. Y que esta también afecta a niños.

En el 2006 el Estudio sobre Factores de Riesgo Asociados a Enfermedades Crónicas realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), indicó que la prevalencia de sobrepeso en Villa Nueva, fue 59.7 por ciento. Esta suerte se ha convertido en una condena para millones de personas seducidas por la malintencionada publicidad de estas bebidas azucaradas.

En el 2009 México, Guatemala, y Venezuela fueron catalogados como los países de Latinoamérica con mayor índice de obesidad entre la población mayor de 15 años.

Desde la negligencia de las compañías de aguas azucaradas y otras, hay en el mercado una gran cantidad de productos que se nos venden publicitariamente como “saludables”, ello les coloca como industria salvaje que sabiendo lo que hacen lo único que les importa son sus ventas.

En el futuro se producirá un incremento importante en la prevalencia de diabetes a medida que la población envejezca, a menos que se introduzcan estrategias preventivas.

El Ministerio de Salud tiene una responsabilidad no solo en la atención curativa, sino también en la atención “preventiva”, educándonos para estar conscientes de que la hidratación diaria de la persona debe hacerse con agua pura y/o refrescos naturales.

La regulación es imprescindible pues las campañas engañosas para ganar millones vendiéndonos veneno no parecen tener escrúpulos. No hay aquí un Estado que restrinja esa abundante publicidad de estos productos con nulo valor nutricional que nos enferman.

Debemos presionar al Congreso para establecer regulaciones para no permitir que –aprovechando la falta de educación o la propensidad a la adicción al azúcar existente en la población– las compañías de gaseosas sigan matando a fuego lento a nuestros cuerpos.

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Marcela Gereda
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