Autor: Lucrecia Molina Theissen

La huida, de Lucrecia Molina Theissen

26 de marzo de 2012. Desayuno con gorjeos de pájaros. Leyendo, me hundí de pronto en marzo del 84, en el día 26, ese que hoy queda a 28 años de distancia. Con una cosa acuosa colgando de las pestañas, volví a lo que la noche me...

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La palabra proscrita, de Lucrecia Molina Theissen

En un país de gente hambrienta, con gran ostentación y lujo insultantes, vestidos con ferragamo y chanel, rolex y perlas, los-que-no-quiero-nombrar asumirán los puestos presidenciales. Para sacarme este tarugo del pecho, que me ha dejado muda, solo me quedan los sonidos, los signos, unos detrás de otros, ordenados de acuerdo con reglas específicas. Las palabras.

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El medio es el mensaje, de Lucrecia Molina Theissen

Esta es una historia fantástica y maravillosa y no me la contaron. Se trata del transmetro capitalino y los varios milagros de los que fui testigo. Era viernes por la mañana y debía trasladarme a la oficina, pero no tenía quien me llevara, grave cosa en Guatemala para una capamediera que ya no está acostumbrada a posar su trasero en autobuses y menos en los de aquellos mundos.

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Hablar del hambre con la boca llena, de Lucrecia Molina Theissen

Desde un sitial privilegiado, contemplo lo horrible que puede ser el mundo. Con el estómago lleno, leo noticias sobre la hambruna en Somalia y los altos grados de desnutrición en Guatemala. En mi poltrona me entero, con ojos educados, alfabetizados, sobre la niña pequeñita que trata de barrer con una escoba que seguramente la duplica en peso y en altura, mientras un hombre la apresura con voces de regaño. Ella se llama Estúpida Mugrosa.

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