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Austeridad republicana contra corrupción

Carlos Figueroa Ibarra

Por alguna razón, entre los agravios que la ciudadanía tiene contra la realidad cotidiana que vive, la corrupción de la clase política es la que resulta mas insultante. Más aun que la violencia cotidiana que genera descontentos poderosos, más que el desempleo, la pobreza y la inseguridad económica. La corrupción gubernamental y la de los políticos es más hiriente que la que se pueda dar en el seno de la iniciativa privada. Esto sucede porque esta corrupción se hace a costa del desfalco de los impuestos que paga esa ciudadanía. Cada vez que se sabe que un político o política tiene propiedades fastuosas, voluminosas cuentas de banco o negocios por todos lados, los ciudadanos y ciudadanas sienten que todo ello sale de sus bolsillos. Y no les falta razón.

En Mexico la corrupción se está volviendo cada día en un hecho que de manera persistente está erosionado la legitimidad del orden neoliberal instaurado hace más de tres décadas. Y esto ha sido captado de manera perspicaz por el principal líder de la oposición, Andrés Manuel López Obrador, quien ha postulado que la corrupción es el principal problema que tiene hoy el país. En vano la derecha neoliberal ha buscado minuciosamente algún hecho oscuro en su expediente, porque sabe que de encontrarlo probablemente sería el fin de un liderazgo carismático que se basa en la imagen de honestidad. Los dirigentes del monstruo bicéfalo neoliberal (PRI/PAN) atacaron virulentamente a Lopez Obrador cuando en su declaración de bienes manifestó tener un ingreso mensual de 50 mil pesos (2,500 dólares). Dijeron que no le creían, pero no pudieron probar que Andrés Manuel estaba faltando a la verdad. Era imposible porque dijo la verdad.

Los propios hechos están resultando perjudiciales para estos dirigentes. El presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza trabajó durante dos años en la Comisión Federal de Electricidad y al renunciar para ocupar la presidencia de dicho partido, él y su equipo de 7-8 colaboradores consiguieron una liquidación de aproximadamente 24 millones de pesos ( aproximadamente 1.2 millones de dólares). El presidente del PAN Ricardo Anaya, quien declaró un ingreso similar al de Lopez Obrador, tiene a su familia viviendo en las afueras de la ciudad de Atlanta en una lujosa casa a la orilla de un lago y sus hijos estudian en una escuela privada. Anaya viaja los fines de semana hasta ese lugar para poder convivir con su familia. Y ahora a la presidenta del PRD, Alejandra Barrales, se le ha descubierto que está comprando un lujoso departamento en Miami con un costo de 900 mil dólares.

Indudablemente el enarbolar la austeridad republicana -que quiere decir gobierno frugal y gobernantes viviendo en lo que Benito Juarez llamó «la justa medianía»-, es algo que le está dando a Lopez Obrador y al partido que encabeza, un gran dividendo político. Esto es bueno porque revela que la sociedad civil cada vez es más intolerante hacia la corrupción. Y es bueno porque puede ser el camino de la regeneración de una sociedad cada vez más descompuesta.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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