Quién se iba a imaginar que aquel tierno anciano, de pelo blanco, chaparro y bonachón, de ojos cansados por el peso de los años, fuera el asesino más cruel y despiadado sobre la faz de la tierra.
Sí, eso era. Con premeditación, alevosía y ventaja, atacaba a sus indefensas víctimas.
Usaba diversos métodos, pero el mas infalible era el de introducirse en casa de sus víctimas y ya adentro descargaba su furia despiadada.
Acabó con familias enteras en poco tiempo, era como quien dice un profesional en el arte de matar.
Muchas veces lo contrataban para hacer el trabajo sucio, no-tenia remordimiento alguno.
Esa era su vida, su pasión y, además, un buen negocio.
Era el exterminador de Termitas.
Autor: Otto Fernández.
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