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AED: un asunto por resolver

Santos Barrientos
santosbarrientos3@gmail.com

Hablar de la Asociación de Estudiantes “El Derecho” (AED) corresponde remontarse a la década de 1980 donde se suscitaron los golpes de terror ejecutados por las armas del Estado. Las diferentes asociaciones estudiantiles formaron tropas de alianza rumbo al deseado alcanzable “mundo feliz” de Aldoux Huxley; se conjuraron como un grupo que luchaba por las clases desfavorecidas del país —que aún existen—, y levantaron la bandera del humanismo y la libertad. Cabe mencionar que en las luchas sociales, el personaje Oliverio Castañeda de León jugó un papel preponderante en el ejercicio de la lucha popular, en aras de fortalecer el deseo de un nuevo país y un nuevo nivel académico que surja ex profeso en el sector social-académico.

Luego de esa trayectoria que trajo consigo las negociaciones del grupo Contadora en Centroamérica y con él, Esquipulas I  y II, se perpetúa en 1996 la firma de los acuerdos de paz, la cual no pretendo profundizar en este artículo. Es innegable que los esfuerzos estudiantiles, populares, campesinos, obreros y de las diferentes urdimbres sociales comprendieron un importante fortalecimiento a la modernización estatal, sin embargo, ésta realidad no se ha vuelto tangible a luz del siglo que nos ocupa.

Entonces, cabe preguntarse ¿Cuál es la posición del actual sector académico ante las injusticias sociales? Se ha impregnado en las diferentes facultades y escuelas no facultativas un sentimiento de indiferencia, de adormecimiento ante las injusticias sociales que día con día crecen en los sectores marginados del país.

Cuando en 1899 se funda la actual AED, fue visualizada como un sector representativo de los estudiantes de la Facultad de Derecho, aunque debería colocarse como bien supremo la representación de los sectores populares, siendo pues, ellos los que sufren las secuelas de una sociedad apática. La Asociación de Derecho debe llevar una agenda indiscutible que cargue la balanza del fortalecimiento académico —que se ha ido diluyendo—, tomando en cuenta que de la Facultad han egresado personajes de estirpe intelectual como —por mencionar algunos— el muy reconocido Miguel Ángel Asturias, Carlos Guzmán Böckler, Mario López Larrave, entre otros. La agenda debe incluir, además, catedráticos electos de forma meritocrática para ejercer tan notable profesión de enseñanza-aprendizaje o lo que Paulo Freire denominaría la educación humanizadora o liberadora.

Los esfuerzos de las personas que integran la actual AED denotan compromiso con la academia, aunque no del todo. Es cierto que un año de representación estudiantil no es suficiente para ejecutar todas las actividades, pero, por eso se debe continuar con una agenda innovadora para no perder la función académica-social. Lo que no se ha logrado resolver es la reforma estatutaria que rige la Asociación. He discutido con estudiantes como Marvin Ramírez, Brayan Rivera, Francisco Contreras, Dalma Aguilar, entre otros; sobre la importancia de la reelaboración de los Estatutos —así, con mayúscula— todos convergemos que es importante esa reforma que permita volverla con función democratizadora. De un tipo de democracia bien pensada por Norberto Bobbio: representativa-directa. También, creemos que es importante recuperar a mediano plazo el espíritu de la asociación, la participación del estudiantado, la organización y el desarrollo de la academia como elementos fundamentales in statu nascendi.

Por lo tanto, las futuras asociaciones deben llevar una agenda modernizadora e incluyente. No volver realidad una de las frases de Miguel Ángel Asturias: “Estudiante en los salones eres como fuego que todo lo devora, pero en las calles ni tus cenizas quedan”. También, es importante resaltar que los estudiantes debemos retomar la labor social-académica, no volviéndose pseudoestudiantes atrincherados en las secuelas del proselitismo cínico para las mayorías, sino ejerciendo el verdadero servicio académico que nos compete. Aunque por mucho tiempo estuvo secuestrada la AED en manos vacías sin sentido universitario, hoy corresponde a las generaciones posmodernistas el compromiso apuntalado a reformas estructurales dentro de la vanguardia estudiantil.

 

Santos Barrientos
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