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Adiós Spiegler

Quiso retratar la realidad fuera de un tiempo marcado por las agujas del consumo.

Marcela Gereda

El miércoles pasado murió en Managua el cineasta guatemalteco Eduardo Spiegler mientras documentaba las protestas contra Daniel Ortega. No fueron solo sus encuadres y su capacidad de atrapar la luz lo que nos cautivó a tantos. Tampoco su lucha por la justicia y por generar conciencia crítica a través del cine. Además de su ojo lúcido y creativo, su pasión indetenible, fue sobre todo su capacidad de abrazar la vida, su corazón genuino y la solidaridad que extendió siempre hacia los otros lo que le hacía un ser único y excepcional.

Le conocí en 2009. Luego coincidimos en el rodaje de una película cuyo actor principal era el actual Presidente al que ya nadie le cree. Eduardo estaba en todo: siempre una palabra amable, siempre un gesto alegre, siempre un abrazo fraternal y solidario para los otros.

Fue un cineasta que dedicó su vida a intentar documentar la realidad compleja en este trópico donde la vida nos puso. En ello sostuvo un gran compromiso con la justicia social y la libertad de los pueblos.

Su proyecto de Pirata TV con el que buscó generar masa crítica, fuera de la manipulación de los medios y la industria del espectáculo. Quiso retratar la realidad fuera de un tiempo marcado por las agujas del consumo. Quiso buscar la esencia del humano, más allá de las pertenencias efímeras e identidades organizadas por la industria del entretenimiento y del consumo.

Realizó importantes documentales sobre arte guatemalteco. Escogió dos artistas excepcionales, verdaderos personajes para retratarlos desde un lente humano y creativo: Marco Augusto Quiroa y Efraín Recinos. Algunas dimensiones de Efraín RecinosQuiroa ayer y hoy. Estos documentales son importantes porque dan cuenta de cómo el arte juega un papel fundamental en la sociedad porque nos acerca a los otros, nos da un sentido de pertenencia y de cohesión.

Eduardo entendió que para apostarle al futuro, había que conocernos y construirnos desde el pasado. Su obra fue una apuesta para transitar este tiempo oscuro con el que se manipula el inconsciente de las masas queriéndonos convertir en autómatas y obedientes consumidores de la nada.

En un mundo como el nuestro, en el que parecemos asistir hacia nuestra propia autodestrucción, su lente quiso apostarle a la esperanza. Abogó siempre por la democratización de la comunicación. También actuó en una de mis películas favoritas hechas en Guatemala, Distancia, del genial cineasta Sergio Ramírez. Spiegler supo siempre ser solidaridad y capacidad de ver y entender a los otros.

Dice la cineasta Anaïs Taracena “el Spiegler fue un ser verdaderamente excepcional, alguien muy transparente, con mucho sentido de lealtad. Un editor comprometido y creativo. Era muy engasado, un todo terreno, se tiraba a donde fuera para agarrar buenos planos”.

Comparto aquí estas palabras del poeta Julio Serrano para Spiegler. Un pájaro en una sala de cine. Sabemos/ que el cine se trata/ sobre todo, de la luz/ Aunque esto,/ en realidad,/ le importe poco/ a un ave que habita/ en un viejo cine/ que pronto será/ un supermercado popular/ o una iglesia evangélica.

El ave sabe todo de la luz/ y sabe todo de la sombra./ Se desplaza discreta/ entre un grupo de manifestantes/ a quienes les lanzan una lacrimógena,/ vuela sutil en un plano del mar/ retratando la llegada de unos barcos extraños,/ se hace niebla el ave,/ una canción de Johnny Cash/ el viejo,/ la erupción de un volcán./ Un día alguien dejó entreabierta/ la puerta de aquel cine desvencijado/ y el ave se coló/ entre las sombras,/ aleteando discreta, como es,/ en las pupilas dilatadas/ de esos seres extraños/ que aún frecuentan las salas/ de la luz y del polvo./ Dicen que es ave nocturna/ y que solo canta/ cuando el cine está vacío”.

Spiegler juntó piezas de este desmadroso rompecabezas del que formamos parte los centroamericanos para dar a conocer y documentar las historias de las que somos producto. Documentó la realidad y fue así también como se convirtió en luz.

Su muerte nos recuerda que la vida es apenas un ratito. Un suspiro. Un chispazo entre dos tinieblas. Van mis condolencias y abrazos para su familia Spiegler Szejner, su compañera Rossana, su hermana Diana, su prima Michelle Szejner y a todos sus amigos y familia extendida.

Gracias Spiegler por no haber dejado de dialogar con los otros y con la realidad sino hasta tu último suspiro. Celebro tu vida, tu imaginación, tu compromiso, tu espíritu libre y la libertad con la que quisiste ver a los otros. Sigue volando alto y en libertad luminosa e indómita estrella. Que el regreso te sea leve y ligero.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/05/21/adios-spiegler/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Marcela Gereda
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