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Acciones culturalistas

¿Cuándo el Congreso aprobará de “urgencia nacional” la Ley de Desarrollo Rural?

Irmalicia Velásquez Nimatuj

Como es tradición en Guatemala, cada 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, el Estado celebra con acciones culturales y folclóricas que esconden la problemática estructural que enfrentan poblaciones indígenas que viven en pobreza y pobreza extrema en áreas rurales y urbanas. Este año no fue la excepción, el presidente del Congreso, Mario Taracena, presentó de “urgencia nacional” una iniciativa de ley para cambiar el nombre del Estadio Olímpico Mateo Flores por el de Doroteo Guamuch Flores, nombre real del fondista que en abril de 1952 ganó la Maratón de Boston. Esta acción es loable para quien le dio gloria a Guatemala pero hipócrita desde el Estado y la sociedad que en vida nunca quisieron reconocerlo. De hecho en 1995 cuando enfermó de gravedad el IGSS se negó a atenderle porque no era afiliado.

En materia de Pueblos Indígenas, de acciones como estas, está lleno el Congreso, basta revisar lo aprobado desde la firma de los Acuerdos de Paz (1996) o desde la Constitución vigente (1985) para documentar cómo lo aprobado por los diputados se reduce a decretos celebratorios o culturistas. Que no son sino una forma de apaciguar las demandas de comunidades y bases pero que se niega a abordar problemas estructurales. Por ejemplo: ¿Cuándo el Congreso aprobará de “urgencia nacional” la Ley de Desarrollo Rural? O ¿cuándo declarará nocivos para Guatemala y para las
comunidades indígenas los contratos de extracción de minerales que solo dejan al país un mísero uno por ciento y que están condenando a la conflictividad y a la miseria a las comunidades?

Estas acciones reduccionistas para los indígenas que viven en precariedad, también son responsabilidad de la clase media indígena que opera dentro y fuera de la burocracia nacional y de los diputados indígenas que llegan a defender sus intereses o de partidos políticos racistas pero olvidan a quienes sobreviven en el campo y las ciudades, ellas y ellos son cómplices porque no hacen sino callar mientras bailan alrededor de las migajas estatales que perpetúan en la ignominia a la mayoría de nuestros hermanos y hermanas, que son expulsados diariamente en busca de alguna
opción de vida.

Estas acciones reduccionistas para los indígenas que viven en precariedad, también son responsabilidad de la clase media indígena que opera dentro y fuera de la burocracia nacional y de los diputados indígenas que llegan a defender sus intereses o de partidos políticos racistas pero olvidan a quienes sobreviven en el campo y las ciudades…

Fuente: [http://elperiodico.com.gt/2016/08/13/opinion/acciones-culturalistas/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj