Dr. Otto René Hernández García
Una mano amiga hizo llegar a quien escribe estas líneas, gracias a la versatilidad de las modernas comunicaciones digitales, un ejemplar de El Periódico de la USAC, el # 300, correspondiente a febrero de 2021. En él tuve la emocionante sorpresa de encontrar una nota informativa sobre el homenaje que autoridades universitarias y familiares rindieron a Edgar Raúl Rivas Rodríguez, el 11 de febrero frente al Monumento a los Mártires Universitarios. La reseña y fotografías de ese acto son acompañadas de la versión textual de las palabras pronunciadas por Víctor Raúl Rivas Mejía, hijo del homenajeado.
En el texto leído por Rivas Mejía encontré, también con mucha emoción, que cita párrafos de un artículo publicado por mí en junio de 2008, en la revista digital Albedrio[2]. A solicitud de Revista Análisis de la Realidad Nacional, publico nuevamente aquella pieza de merecido homenaje tanto al ya citado Edgar Raúl Rivas Rodríguez como a Ana Lucrecia Orellana Stormont, ambos mártires de la Universidad de San Carlos de Guatemala, del movimiento social y revolucionario guatemaltecos.
Aunque podría haber ajustado mi texto de hace casi 13 años y ajustarlo especialmente en las referencias temporales, he preferido que se reproduzca tal cual fue publicado originalmente, por el significado testimonial que puede tener para las nuevas generaciones de universitarios que se asoman al conocimiento del legado moral, político y académico de personas como Ana Lucrecia Orellana Stormont y Edgar Raúl Rivas Rodríguez.
25 años después del establecimiento de los tribunales de fuero especial
Por Otto René Hernández García. – Guatemala, 7 de junio de 2008
Durante el régimen militar de facto del General Efraín Ríos Montt se establecieron los Tribunales de Fueron Especial. Algunos detenidos por razones políticas fueron consignados a estos tribunales en forma secreta, pero la mayoría fueron desaparecidos.
El 6 de junio de 1983, Ana Lucrecia Orellana Stormont fue capturada por cuatro individuos cuando se dirigía a reunirse con Edgar Raúl Rivas Rodríguez; la estaban esperando en el estacionamiento del Hotel Plaza, zona 4 de la ciudad capital, donde ella asistía a un curso de control mental. Era profesora de la Universidad de San Carlos, asesora del movimiento campesino de Zacapa, de la CNT [Central Nacional de Trabajadores] y militante de las FAR [Fuerzas Armadas Rebeldes].
Ese día fue secuestrado Edgar Raúl Rivas Rodríguez, entre las seis y siete de la noche, en el recorrido entre la terminal de autobuses de la zona 4, de la ciudad capital y el Hotel Sheraton, cuando se dirigía a reunirse con Ana Lucrecia Stormont y otra persona, también desaparecida no identificada. Edgar Raúl Rivas Rodríguez era docente en la Escuela de Ciencia Política de la USAC y militaba en las FAR. Nunca los volvieron a ver. [3]
El 6 de junio de 2008 la familia de Edgar Raúl Rivas Rodríguez convocó en la Catedral de Ciudad Guatemala a una misa en recuerdo de este ex alumno del Instituto Rafael Aqueche.
Raúl Rivas formó parte de la promoción magisterial 1972-1974 del INRA (Instituto Normal Rafael Aqueche). Quienes tuvimos el grato gusto de conocerlo en sus años de aquechista podemos externar con plena seguridad que Raúl fue un joven sano, educado al que nunca se le escuchó proferir un insulto y ninguna grosería en contra de sus amigos y compañeros. Buen atleta, excelente basquetbolista, escalador y líder en deportes de altura.
En pocas palabras buen guatemalteco, ciudadano ejemplar, digno de emular su esfuerzo individual, con una personalidad recia, moderado y respetuoso.
Han transcurrido 25 años de su captura y subsecuente desaparición. Raúl al igual que otros aquechistas forma parte de la larga lista de torturados y desaparecidos durante el conflicto armado. Rescatar su memoria, solidarizarnos con sus familiares, esposa e hijos es una obligación que tenemos todos aquellos que creemos que es posible construir una Guatemala que dignifique a sus mejores hijos.
Raúl Rivas es parte de esa generación que soñó con una Guatemala mejor, con una Guatemala incluyente, solidaria, compartida, invencible. Raúl no soportó ver a una Guatemala aplastada moralmente, que padecía una profunda y caótica represión en contra de la inteligencia y las fuerzas progresistas de la época. La fortaleza y la credibilidad en su ideal por construir una Guatemala más justa y digna para sus hijos lo hizo, con toda seguridad, quedarse en la ciudad y exponerse valientemente al final que tuvo.
25 años han pasado y no lo hemos olvidado sus amigos aquechistas, este día a nombre de nuestra promoción 72-74 le rindo un sincero y efusivo homenaje, el mismo que durante años le he rendido a nuestros aquechistas caídos en combate.
HONOR A QUIEN HONOR MERECE
¡VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!
[1] Médico y Cirujano, por la Universidad de San Carlos de Guatemala.
[2] La versión original puede encontrarse en http://www.albedrio.org/htm/articulos/o/orhg-003.htm
[3] Comisión para el Esclarecimiento Histórico (1998) Guatemala, memoria del silencio. Tomo IV, caso ilustrativo No. 22, pág. 207.
Fuente: [http://ipn.usac.edu.gt/wp-content/uploads/2021/03/IPN-RD-201-1.pdf]
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