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De bohemia con Asturias
(La poesía de Miguel Angel)

Oxwell L’bu

En el mismo lugar,
en el lugar de siempre,
su voz la volvía a escuchar,
era una vivencia recurrente,
escucharlo declamar sus versos.

Porque eran de esas ocaciones,
que en medió de tragos y canciones,
se afirman, con ¡Lo juro! las más grandes
mentiras y se niegan las verdades,
porque son como tempestades,
que provocan llanto y ahogan el canto.

Siempre empezaba con sus interminables,
«Letanías del desterrado» y más de uno
terminaba con el pañuelo empapado,
de lágrimas sentidas y entre sollozos
le decían: ¡Para Moyas, para!

Alguien alzaba su copa,
su copa rota, pidiendo brindar,
sin saber porque brindar;
entonces con su voz diáfana,
el proponía el brindis y decia:
«¡Salve Guatemala!
Salve Guatemala! del anhelo
y de las rubias» y por qué
de la rubias vos.

A lo que el respondía: porque su amor,
» Es fruto prohibido que en el polen yerra,
tejiendo esta con alas de paloma,
el vestido de la tierra»

Moyas, Moyitas,Moyon,
Vos siempre tenes un as bajo la manga,
-De que hablás vos…
Si «El lo dijo con un poema»
a lo que «Ella respondió con un poema»
por que su amor era pura, pura inspiración.

Todos siguieron brindado con las
copas casi vacías,
allí donde faltaban sillas
para sentarse…
Haber maestro, échese
El «¡Credo de la libertad!
porque ese me pega,
donde debe pegar.

En eso entró el cervanatero,
ese que es gran amigo del sepulturero,
este último le preguntó:Dime por vida
tuya cervanatero,» ¿Donde está el cielo?
Ya Dios se lo llevó ¿Entero? entero…»
Y solo nos dejó, esta bendita tierra,
que es donde vivo yo.

Maestro, Moyas, Moyitas,
aparte de eso, habrá algo,
por lo que valga le pena brindar;
un silencio elocuente fue su respuesta,
el silencio reino.

Luego su copa alzó y dijo emocionado:
«Madre, te bendigo porque supiste
hacer de tu hijo un hombre verdadero
y enteramente humano»
Más de uno quiso aplaudir,
pero en vez de ello alzaron
su copa y se la empinaron,
luego un suspiro.

En eso estaban, cuando
una estudiantina arribó,
ya verá usted la que se armó;
cantaron boleros suspirando
te quieros, cantaron música
de protesta y cada una tuvo
respuesta.

Pero cuando entonaron
«La Chalana» salió hasta bailar,
la hermana del ministro
y la novia del diputado,
se animó con el peor portado,
aunque al regresar con una copas
de más, le juró y le perjuró,
que su amor a nadie le había entregado.

Aquella bohemia provocó,
hasta a la más astenia
y la puritana esta vez,
no se quedó con la gana;
porque uno no sabe cuando
se lo llevará la Chalana.

Ya entrada la noche,
entrados en tragos,
alguien preguntó:
Maestro, Moyas,Moyitas
¿Realmente mueren los
mártires de la patria?
El con su mirada recorrio
todo el salon, luego respondió:
«No mueren, cierran los ojos
y se quedan velando.»

(«» versos de M.A.A)
Oxwell L’bu Copyright © 2017