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Puebla y Moscú

De intercambios académicos y rituales obligados.

Mario Roberto Morales

Este fin de año ha sido pródigo en actividades académicas y fortalecimiento de entrañables amistades. Acabo de tener el honor de ser invitado por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, a impartir el curso titulado “Introducción a los Estudios Culturales Latinoamericanos”, el 10, 11 y 12 de octubre. También, allí mismo, a ser conferencista magistral en el Quinto Simposio Internacional Multidisciplinario de Estudios sobre la Memoria, con la conferencia “La memoria histórica en la perspectiva de los Estudios Culturales Latinoamericanos”, los días 13 y 14 de octubre.

Además de externar mi regocijo por el intenso intercambio académico que tuvimos, debo agradecer a la Dr. Lorena Carrillo, al personal del Instituto y a los aplicados estudiantes de Historia, Ciencias Sociales y Humanidades los agradables momentos vividos conversando sobre cultura latinoamericana y degustando chiles en nogada, chapulines fritos y otras exquisiteces de la impecable cocina poblana. También, visitando lugares históricos, entre los cuales me
perdí de ver el Lienzo de Quauhquechollan por hallarse éste en plena restauración.

Pero mis gozos académicos de fin de año estaban lejos de concluir en Puebla, porque también fui invitado, en compañía del Director de la Escuela de Ciencia Política de la USAC, Dr. Marcio Palacios, al Segundo Congreso de la Sociedad de Científicos Políticos de Rusia, en la ciudad tártara de Kazán, el 11, 12 y 13 de noviembre, en donde presentamos la ponencia “La importancia de la iniciativa BRICS para América Latina”.

En este viaje, ambos tuvimos la oportunidad de representar a la USAC en transacciones interuniversitarias de cooperación académica con la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología de Rusia, con el Comité Ruso de Cooperación con América Latina, con el Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias de Rusia, con la Universidad Rusa de Amistad con los Pueblos, con la Universidad Federal de Kazán y con la Universidad de Arte e Industrias de Ghzel.

Admito que durante mi estancia en Moscú no pude sino cumplir con el obligado ritual de encaminarme una vez más a la Plaza Roja a presentar mis respetos al brillante filósofo, científico social y político Vladímir Ilich Uliánov (más conocido como Lenin) y a John Reed, el único gringo sepultado en la muralla del Kremlin, autor de los inolvidables reportajes Los diez días que conmovieron al mundo y México insurgente. Agradezco a Marina Vasilyeva, Presidenta del Comité Ruso de Cooperación con América Latina, su intermediación administrativa y sus invaluables traducciones simultáneas al español durante nuestras conversaciones con políticos, religiosos y universitarios rusos. También agradezco a la Embajada de Rusia en Guatemala y a la de Guatemala en Rusia las muchas atenciones que nos prodigaron para hacer posible el éxito de nuestro viaje. Y a nuestros anfitriones rusos en Kazán, Gzhel y Moscú las espléndidas comidas moscovitas y deTartaristán, el Cáucaso y Kazajistán, ricas en arenques, salmones, caviares y ensaladas con aliños exuberantes.

En una importante biblioteca poblana vi un ejemplar de Neruda en Guatemala, editado por el Grupo Saker-ti. Y en
la Plaza Roja, mientras saludaba militarmente a Lenin, recordé a mi buen amigo guerrillero El Coyote, con quien 30 años antes hacíamos aquel mismo saludo en aquel mismo lugar.

Fuente: [www.mariorobertomorales.info]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mario Roberto Morales
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